¡Cómo
no extrañar a ese amigo obsesivo que buscaba sin pausa la perfección;
que
siempre tenía la queja en los labios y que se parecía a la fuerza del mar…continuamente
implacable…!
Ése
fue el querido Antonio Anselmo Romano, conocido por todos como “Tono”, quien
dejó de existir éste miércoles 15, (el 12 de enero cumplió 63 años) en un sanatorio
de la Capital Federal, y con quien cultivamos una amistad desde que decidí preguntarle
por qué era tan riguroso, disciplinado y duro. Me respondió con una refutación
tajante: “¡Sabé…! la rigurosidad es una exigencia que me impone mi condición de
secretario General de Utepse (Unión de Trabajadores Estatales Provinciales de
Santiago del Estero), a quien tengo la obligación de tenerla en regla y al
servicio, sólo y exclusivamente, de los afiliados”.
Aunque
muchas veces ya le di la razón, reitero en su despedida que mirando la sede
gremial de Utepse, convertida en una institución modelo con todos y cada uno de
los servicios a disposición de los trabajadores públicos, estoy convencido de que
éste bicho raro de las clases política y gremial, terminó convenciéndome que estaba
en la justa, demostrando que ocupar el puesto de dirigente social es sinónimo
de una gran responsabilidad y de una presencia a toda hora para responder a los
afiliados.
Un juarista de aquéllos
Nunca
me respondió la pregunta, pero estoy seguro que como empleado de la dirección
provincial de Rentas se fue a ver al caudillo justicialista Carlos Arturo
Juárez para que lo apoyara a ingresar al sindicalismo, a través de Utepse, a
donde llegó a convertirse en secretario General.
Creo
que fue así porque cuando Juárez llamó a su despacho a la cúpula de la
CGT-Santiago, también convocó a Romano, quien encabezaba un gremio provincial y
no contaba con la pata nacional de una confederación con sede en la Capital
Federal. En esa reunión, el hábil Juárez alabó en discurso enjundioso a los cegetistas
y al final dio la explicación de la presencia de Utepse en ese encuentro: “Muchachos,
creo que es necesario que integren en la conducción al amigo Romano y a su
gremio Utepse…” El pedido fue cumplido de inmediato y “Romanito”, como lo
llamábamos sus amigos de siempre, pasó a formar parte de la CGT. El caudillo
despidió a los sindicalistas y quedó a solas con Romano. Le puso una mano en el
hombro y le susurró con voz grave y amistosa: “Logré que te pongan en la
comisión directiva y les puse un palo en la rueda…”
Un “laburante” del
gremialismo
“Tono”,
con el apoyo de Carlos Arturo Juárez, le dio lustre a Utepse y un crecimiento
impensado. Inquieto, marcó un hito con las fiestas anuales en el Día Empleado
Público de Santiago del Estero, en encuentros inolvidables en la sede del Club
Bancarios, en el parque Aguirre.
Y,
por su militancia, fue concejal, diputado provincial, convencional
constituyente y diputado nacional del juarismo. Llegó a la Cámara baja para
reemplazar y cumplir el mandato de la mismísima Mercedes Marina de Juárez y, de
paso, con viveza, se puso al lado de la banca del otrora máximo dirigente
gremial de la Argentina, como fue Saúl Edolver Ubaldini, de quien se hizo amigo
y lo recordaba con cariño, sintiéndose discípulo del sindicalista de los
cerveceros argentinos.
Los nuevos tiempos, con
Zamora
Antonio Anselmo Romano, junto al entonces senador nacional Geardo Zamora y a la entonces gobernadora Claudia Ledesma Abdala de Zamora, en la celebración del Día del Empleado Público, en Utepse. |
Con
la aparición del Frente Cívico por Santiago, una coalición de dirigentes
radicales, peronistas e independientes, Romano, junto a la totalidad de la
CGT-Santiago se sumó al nuevo movimiento y acató el liderazgo del doctor
Gerardo Zamora.
Como
uno de los tres representantes cegetistas ocupaba hasta su fallecimiento el
cargo de diputado provincial, dejando su sello indeleble en el recinto de la Legislatura
siempre dispuesto y preparado para debatir, refutar y discutir con la
oposición. Fue siempre duro e intransigente para discutir estos últimos años
con la bancada de macristas y socialistas; defendiendo al gobierno provincial y
criticando a la administración nacional de Mauricio Macri.
Tenía
una virtud. Leía todo y esa información lo capacitaba para anticiparse a las
jugadas de los del PRO de Santiago, quienes todas las veces quedaban a medio
camino en sus críticas al zamorismos o a sus defensas al macrismos porque se
les cruzaba “Romanito” para hacerlos retroceder con discursos fundados y
convincentes.
Sus
restos son trasladados por vía terrestre desde el hospital Británico de la Capital
Federal a nuestra ciudad y arribarán alrededor de las 5 de la mañana de este
jueves 16.