El gobernador Juan Schiaretti ofreció su discurso
anual en la Legislatura de Córdoba al dejar inaugurado un nuevo periodo de
sesiones ordinarias.
Esta vez, invirtió el orden de lo dicho dejando el repaso de la gestión y los anuncios para un segundo plano arrancando directamente por el nodo político de su mensaje: una declaración de abierta y decidida incompatibilidad con el peronismo kirchnerista. Ellos, los unitarios; nosotros, los federales, se infirió del texto de seis páginas que leyó en el recinto.
El nivel de la crítica hacia la política de Alberto
Fernández y Cristina Kirchner fue tal, que en un solo párrafo el mandatario se
refirió al kirchnerismo cómo pseudo progresistas, feudales y autoritarios.
“Los que somos progresistas de verdad y defendemos la necesidad de la justicia social desde el inicio de nuestras vidas, los que peleamos en serio contra la dictadura y le vimos la cara a la muerte varias veces por eso, los que recibimos tiros en nuestro cuerpo por defender la libertad y la democracia, los que fuimos perseguidos o encarcelados, sabemos que gobernar recitando consignas pseudo progresistas mientras se degradan las instituciones y se profundiza la decadencia y la pobreza en el país, demuestran en realidad una actitud feudal y autoritaria que nada tiene que ver con el progresismo que recitan”, dijo.
“Los progresistas en serio, no queremos ni entramos en la grieta, no nos peleamos con nadie, respetamos y construimos con quienes piensan distinto a nosotros y defendemos a rajatabla la democracia y los derechos humanos”, agregó.
Si bien es cierto que desde las PASO del año pasado Schiaretti viene amasando su perfil de opositor pleno al gobierno central, con la vehemencia de sus palabras y los conceptos lanzados, el cordobés dejó en claro que está dispuesto a llevar sus reclamos al terreno que haga falta para obtener de la Nación lo que -demandó- es justo para Córdoba. Esa posición, se sabe, supone tensar al máximo el vínculo institucional y político con el Frente de Todos en la antesala electoral del ‘23.
El contexto de dónde salieron esas palabras también le imprime relevancia a lo pronunciado: Schiaretti eligió una vidriera de proyección nacional para abrir fuego contra el kirchnerismo y, en simultáneo, posicionarse en el tablero principal.
“Se
gobierna para el Amba”
“Seguimos siendo un país unitario donde el estado
nacional gobierna fundamentalmente para el AMBA, que tiene privilegios en
detrimento del interior profundo de la patria”, disparó el cordobés.
Tras exigir por los subsidios nacionales girados al AMBA para el transporte, el agua, cloacas, la energía, la nafta y el GNC y mencionar la diferencia de los costos de esos servicios en Buenos Aires y Córdoba, Schiaretti se plantó: “nuestra provincia reclama también que la Nación nos pague los 210 millones de dólares que nos debe por incumplimiento de convenios de obras viales firmadas por el anterior Gobierno Nacional, el que no pagó prácticamente nada ni de la Circunvalación de Córdoba, ni de la bajada de Altas Cumbres, ni de la variante Costa Azul. Todas estas obras las tuvo que hacer la Provincia con recursos propios”.
Y luego disparó: “por eso los cordobeses no le debemos
nada a la Nación, al contrario, es ella quien nos mete la mano en el bolsillo
con las retenciones a las exportaciones desde hace más de 15 años y ni nos paga
las obras que firmó hace seis”.
Esta vez, invirtió el orden de lo dicho dejando el repaso de la gestión y los anuncios para un segundo plano arrancando directamente por el nodo político de su mensaje: una declaración de abierta y decidida incompatibilidad con el peronismo kirchnerista. Ellos, los unitarios; nosotros, los federales, se infirió del texto de seis páginas que leyó en el recinto.
“Los que somos progresistas de verdad y defendemos la necesidad de la justicia social desde el inicio de nuestras vidas, los que peleamos en serio contra la dictadura y le vimos la cara a la muerte varias veces por eso, los que recibimos tiros en nuestro cuerpo por defender la libertad y la democracia, los que fuimos perseguidos o encarcelados, sabemos que gobernar recitando consignas pseudo progresistas mientras se degradan las instituciones y se profundiza la decadencia y la pobreza en el país, demuestran en realidad una actitud feudal y autoritaria que nada tiene que ver con el progresismo que recitan”, dijo.
“Los progresistas en serio, no queremos ni entramos en la grieta, no nos peleamos con nadie, respetamos y construimos con quienes piensan distinto a nosotros y defendemos a rajatabla la democracia y los derechos humanos”, agregó.
Si bien es cierto que desde las PASO del año pasado Schiaretti viene amasando su perfil de opositor pleno al gobierno central, con la vehemencia de sus palabras y los conceptos lanzados, el cordobés dejó en claro que está dispuesto a llevar sus reclamos al terreno que haga falta para obtener de la Nación lo que -demandó- es justo para Córdoba. Esa posición, se sabe, supone tensar al máximo el vínculo institucional y político con el Frente de Todos en la antesala electoral del ‘23.
El contexto de dónde salieron esas palabras también le imprime relevancia a lo pronunciado: Schiaretti eligió una vidriera de proyección nacional para abrir fuego contra el kirchnerismo y, en simultáneo, posicionarse en el tablero principal.
Tras exigir por los subsidios nacionales girados al AMBA para el transporte, el agua, cloacas, la energía, la nafta y el GNC y mencionar la diferencia de los costos de esos servicios en Buenos Aires y Córdoba, Schiaretti se plantó: “nuestra provincia reclama también que la Nación nos pague los 210 millones de dólares que nos debe por incumplimiento de convenios de obras viales firmadas por el anterior Gobierno Nacional, el que no pagó prácticamente nada ni de la Circunvalación de Córdoba, ni de la bajada de Altas Cumbres, ni de la variante Costa Azul. Todas estas obras las tuvo que hacer la Provincia con recursos propios”.
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