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martes, 22 de junio de 2010

Peligro: podría haber daños en el museo Histórico

Patio del museo Orestes Di Lullo.
Los temores de muchos santiagueños allegados a la cultura se confirmaron este fin de semana, cuando se enteraron de que las piezas del museo Histórico están siendo trasladadas a su nuevo sitio, en lo que fuera la Jefatura de Policía, de la peor manera posible, es decir, sin tener en cuenta precisas normas internacionales que marcan de qué forma se debe realizar esta tarea.
La única supervisión que está teniendo el traslado es la de Rodolfo Legname y Marcelo Ahumada un arquitecto y un profesor de inglés, reconocidos amantes de la cultura, pero legos en la materia, ya que ninguno se capacitó -que se sepa- en mudanzas de museos.
Para realizar este traslado no solamente hay que llamar a la policía de la provincia, como se hizo, sino también contratar un seguro especial y personal especializado, ya que las piezas que se llevarán de un lado a otro no tienen repuesto, son originales y forman parte del patrimonio intangible de los santiagueños. No es cuestión de contratar cuatro forzudos para que lleven de un lado a otro, vitrinas, cañones y monedas antiguas.
Una tradición santiagueña indica que cuando se trasladó el museo Arqueológico desde la escuela Centenario hasta su actual emplazamiento en dependencias del teatro 25 de Mayo, hubo un descuido mayúsculo lo que provocó que se rompieran numerosos objetos que se apilaron en una pequeña habitación, que fue ocultada a los ojos del público durante muchísimos años. Se trataba de huesos humanos y de animales y pedazos de cacharros de los indios de los que se perdieron las referencias que permitieran ubicarlos en el lugar en que fueron hallados, la profundidad de cada hallazgo y otros datos de interés para los investigadores, por lo que perdieron gran parte de su valor como objetos de estudio.
Si el traslado del museo Orestes Di Lullo tiene éxito y no se rompe, se deteriora ni se pierde ningún objeto, la felicidad inundará a quienes saben del tema, ya que a pesar de que no se siguieron las normas para este trabajo, salió bien. Pero si algo fuera mal, según los entendidos, sería bueno que se lo comunicara ahora y no dentro de 30 ó 40 años para que lo antes posible se identifique a los responsables y se vea cómo solucionar el daño, si lo hubiera.

lunes, 14 de junio de 2010

La cultura crecerá cuando se vaya Zamora

Orquesta sinfónica de la provincia de Salta.
Escritores, poetas, pintores, escultores y artistas de toda laya, clase y condición, juran ante quien los quiera oír, que lo primero que harán luego de que se vaya Gerardo Zamora del gobierno de la provincia, será derogar la ley que beneficia con una pensión a los pocos privilegiados que dedicaron su vida a escribir sin trabajar en otra cosa para comer.
La ley sancionada por este gobierno, reforma una anterior, que otorgaba la pensión a los artistas que pasaban de determinada edad, sin ninguna condición ni requisito adicional. Incluso podían ser beneficiarios quienes habían hecho aportes por otra actividad y ya gozaban de una jubilación.
Las actuales autoridades enviaron una proyecto de ley a la legislatura, asesorados por el secretario de Cultura, Rodolfo Oscar Legname, que recortó la limosna –se debía pagar el mínimo- para que la reciban solamente quienes no tienen otro beneficio jubilatorio. Los diputados, siempre obedientes, la aprobaron sin fijarse en el daño que causaban.
Así, varios creadores de Santiago, que entregaron su vida para revalorizar la cultura de la provincia, llevándola a otros lugares de la Argentina y aún al extranjero, no pueden tener este beneficio porque ya consiguieron una jubilación de Vialidad o de una zapatería a la que aportaron durante toda la vida.
Detrás de cada obra artística, ya sea una chacarera, un cuadro, un baile, un poema o una talla hay un esfuerzo muchas veces titánico de cada creador que empleó tiempo en  adiestrarse en un arte determinado, dinero para pagar profesores y elementos de trabajo, viajes para perfeccionarse en otras provincias y en el extranjero y los mil y un gastos que ocasiona una pasión que finalmente redunda en un bien para toda la comunidad.
Nunca como en los últimos tiempos el Estado se ha desentendido de los creadores en Santiago. Sí se han entregado grandes sumas de dinero a grandes músicos que se destacan en Buenos Aires o a cumbieros que apenas aporrean algún instrumento, pero a nadie más.
Con los mismos fondos se hubiera podido crear una orquesta sinfónica como la que -sin ir más lejos-  tiene la provincia de Salta o un ballet clásico, o se podría haber organizado una gran feria de libros santiagueños, no un muestrario de librerías con libros foráneos como hizo la municipalidad.
El gobierno eligió pagar a este cuartetero, a aquel guarachero o al poeta de más allá, sea santiagueño o catamarqueño, según su cara bonita o las amistades que consiguió entre los miembros del gabinete.
Casi todos los artistas esperan que Zamora se despida del gobierno para, al día siguiente, ponerse manos a la obra a fin de recuperar la cultura santiagueña para todos los santiagueños y no solamente para los amigos del poder.
La jubilación para todos será el primer paso. Sólo el primero.

sábado, 8 de mayo de 2010

El de Tucumán fue el mejor

Rodolfo Legname.
“El stand de Tucumán ganó en la Feria del Libro”, titula el diario La Gaceta, de la vecina provincia, una de sus notas. En la bajada se lee: “Distinguieron por segunda vez la propuesta, el formato y la interacción con el público”.
Y el encabezado de la noticia dice que “por su formato, por sus propuestas artísticas y por la interacción que logró con el público, el espacio de Tucumán en la 36 Feria del Libro de Buenos Aires fue distinguido por segunda vez como el mejor en la categoría stands de provincia”.
Ahora qué va a decir Rodolfo Legname, ¿pero igual, el de Santiago era el más lindito?

martes, 9 de marzo de 2010

Poco y nada se hizo en cultura estos años

Pedro Villagra
Rodolfo Legname.
La gestión de cultura de la provincia, va a pasar a la historia como la que mejor prometía pero la que menos hizo para cumplir las expectativas que se tenían sobre ella. En efecto, el subsecretario del área, Rodolfo Oscar Legname es el único funcionario realmente capacitado para su puesto. El único que durante toda su vida se preparó para el cargo que ocupa. En estos años hizo menos de lo que se esperaba de él y para peor defraudó a quienes creían que era posible un trabajo cultural diferente en Santiago.
Fue gracias a él, en gran medida, que Gerardo Zamora ganó la gobernación, cuando en el 2003, ante la inopia del gobierno de la provincia, más ocupado en minúsculas reyertas de rama femenina, la municipalidad se puso sobre los hombros los festejos de la ciudad (que son festejos de la provincia). Con mucha más habilidad e ingenio que dinero, los días de los 450 años de la fundación de Santiago fueron brillantes e inolvidables. Nunca como hasta ese entonces los hoteles se colmaron de turistas que venían a ver qué pasaba en esta olvidada ciudad. Gracias a esa fiesta Zamora, por entonces un intendente que peleaba por pagar deudas que no había contraído, creció en la consideración pública y llegó a la gobernación de la provincia.
Cuando Legname asumió como subsecretario, se creyó que con dinero, su labor se potenciaría, la oscuridad artística en que nos había sumido el juarismo estaba a punto de terminar. Esperaban a Santiago tiempos luminosos.
Error.
La gestión de Legname sólo acredita a su favor una media docena de reimpresiones de libros, algunos históricos, otros de Luis Alén Lascano y uno de un íntimo amigo suyo, un catamarqueño de nombre olvidable. Entregó miles de subsidios para grupos y bandas de música sin discriminar entre quienes hacen arte y quienes golpean instrumentos. Hizo quemar cohetes a mansalva, en espectáculos que últimamente han disminuido quizás porque se advirtió que ya hartan.
Este año se habilitará lo que fuera la Casa de Gobierno y luego la Jefatura de Policía, frente a la plaza Libertad. Dicen que ahí irán a parar los museos de la provincia. En el museo Histórico, cada vez que alguien quiere entrar, un policía lo ataja para preguntarle “qué anda buscando”, como si fuera la comisaría del barrio. En el de Bellas Artes las esculturas se pudren en el patio de entrada y el Arqueológico sigue siendo un  hacinamiento de huesos y vasijas, sin ningún sentido pedagógico, sin orden ni concierto. Los museos son muestrarios de cosas viejas.
Mientras, Legname sigue encerrado en el laberinto de la arruinada “Casa-Castro”, una hermosa mansión, cuyas estancias se han convertido en lúgubres pasadizos pintados de marrón oscuro, con luces escasas, ventanas cerradas a cal y canto y secretarias que si están de buen humor repiten todo el día “el arquitecto no está”. Si no están de humor, olvídese y vuelva mañana, quizás tenga más suerte.