Por Víctor Daniel Nazar.
Como abogado, no puedo más que expresar mi total indignación ante la reciente y silenciada muerte de otro empleado público. Sobre su deceso se ciernen las mismas sospechas que aún perduran en relación al asesinato de Raúl Domínguez.
En efecto, la muerte de Norberto Edgardo LLugdar, al igual que la de Domínguez, está en sus manos, Juan Ignacio Coria Vignolo. Manos que nadie duda, están atadas y sometidas a los designios de un Poder Judicial altamente cuestionado, no sólo en su idoneidad y probidad, sino en su moralidad. LLugdar murió, sépase, magistrado, por su desidia, por su falta de humanidad y total desprecio a la vida.Como abogado, no puedo más que expresar mi total indignación ante la reciente y silenciada muerte de otro empleado público. Sobre su deceso se ciernen las mismas sospechas que aún perduran en relación al asesinato de Raúl Domínguez.
El profesional que representaba al infortunado "detenido" puso en su conocimiento de la permanente degradación psíquica y física de su "sospechoso". Enfermo, con insoportables dolores agudos en su espalda, durmiendo por más de treinta días en los pisos de un oscuro calabozo de la División Delitos Comunes, sin colchón ni cobijas, usted condenó a Norberto LLugdar a su muerte.
Muchos días antes a su "sospechada muerte", también se le requirió a usted el traslado del detenido a un centro de salud. Pese a que contaba con obra social, usted negó el "ruego del detenido enfermo".
Las consecuencias de aquella nefasta decisión, hoy pesan en su espalda.
Es que usted, cual verdugo, obedecía al “señor feudal”. Usted cumplió a rajatablas a las órdenes impartidas “desde arriba”.
Tampoco supo comprender que "abstenerse a declarar" es una garantía Constitucional. Y Llugdar, como cualquier ciudadano, hizo uso de esa garantía; la misma que usted, magistrado, suele hacer lugar a otros sospechados “amigos del poder”.
Entonces, es correcto arriesgar una interpretación, como que con su molesto silencio, LLugdar pensó garantizar su "vida". Pero no. Se murió enfermo porque usted no atendió sus ruegos y sus dolencias.
De este modo, el fallecimiento de Lludgar sirvió, eso sí, para aliviar a los reales apropiadores de los campos fiscales de la provincia, a todos aquellos que liquidaron el patrimonio del ente residual del ex Banco Provincia, y a quienes usted, como todos los santiagueños, los conocemos.
Claro que como son abogados, escribanos y “operadores” que se desenvuelven con la complicidad del Poder Ejecutivo, usted no tiene valentía ni hombría de bien como para imputarlos y hacerlos desfilar por Tribunales y mandarlos a la cárcel.
Juan Ignacio Coria Vignolo, el juez zamorista que no atendió la enfermedad de Llugdar y lo dejó morir en el calabozo, cuando juró el cargo. |
Falta menos para rendir cuentas
Pero Coria Vignolo, como los otros “magistrados” de este régimen, van a tener que rendir cuentas de las causas y expedientes que tienen “cajoneados” como un modo de otorgarles impunidad a los “militantes del zamorismo” que, de la noche a la mañana, pasaron de menesterosos a “nuevos ricos”.
Como ciudadano, me avergüenza saber que para mantenerlo preso, impuso una fianza millonaria al malogrado Llugdar.
Pregunto, magistrado, ¿en cuántos hechos, más horrendos y graves, impuso usted tan imposible condición?
Tendría que saber que el homicidio también existe ante la omisión. Haber negado al detenido su debida atención médica reclamada oportunamente por su defensa, es una grave omisión a preceptos constitucionales y a todos los tratados internacionales. Es su deber cumplirlos, pero optó, irresponsable y temerariamente, pisotearlos y vulnerarlos, obrando como “un soldado” que es capaz de arrastrarse si recibe una orden de “su jefe”.
Por ahora seguirá en el empleo, aunque ya falta menos para que lo llamen a pagar por esta indiferencia frente al padecimiento de un detenido, que en este caso ha sido una “indiferencia homicida”.
Su comportamiento see parece a aquellos “jueces” de la dictadura militar que miraban para otro lado cuando los detenidos rogaban atención médica y se los dejaba morir en centros clandestinos.
Jueces de su condición indignan al sentimiento humano y deshonran la honorabilidad del Poder Judicial.
Por ello, su inconducta, su desapego a la ley, su desprecio al Estado de Derecho, no sólo afectan al orden jurídico, también asesinaron a Norberto Edgardo LLugdar.
¡Y sépase, usted es de los que no atienden a los abogados, auxiliares de la justicia. Por ello no se lo digo en la cara!
1 comentario:
seria bueno, pedirle un jucio politico, desde el presidente del superior tribuanl y siguiendo por todos los jueces, sobre todo esos jueces de crimen que los fines de semana se esconden y comen con zamora en la casa de un provedor que la esta haciendo bien por que no se muestra con autos nuevos y ni nada eso, sigue a pie como cuando era pobre, les prometo muy pronto mandar un foto con los nombres y la cara de tdos riendose de los santiagueños.-
Publicar un comentario