Zamora y su “imprescindible” jefe de Gabinete, “Sugus” Suárez, “tapado” de sospechas y denuncias por corrupción; sinónimos del “progreso” y “crecimiento”. |
Parece que no halló el concepto. Se limitó a agradecer todo lo que le remite la Nación, sobre todo mucha plata, y encontró dos palabras que utilizó como muletilla: “sueños y esperanza”.
Logró, apenas, a los ojos de los operadores kirchneristas, mostrarse como un neutro que sigue sin poder vertebrar un pensamiento que lo posicione en plenitud entre las bien definidas huestes K. (Creemos que mucho tiene que ver la desidia, porque no le cuesta nada preparar un discurso razonado y terminar aceptando que nunca se distinguió como eximio orador).
Acarrear gente, “el postulado”
Lo que al final lo llenó de satisfacción fue la movilización que organizaron sus acólitos con toda la estructura de la Administración Pública (provincial y municipales) protagonizando una farsa “bien estudiada”.
Acarreo en camiones, micros, camionetas oficiales y hasta el atrevimiento del intendente de Ojo de Agua que utilizó la ambulancia del hospital de aquella ciudad para traer a la plebe al acto de la Capital.
Ese fue el más festejado (por Zamora) “actazo” con el que agradecieron la llegada presidencial. Fue el “trabajo político” del que son capaces de generar nuestros gobernantes; aunque fútil y pasajero. Una mentira brevísima si se tiene en cuenta que a las pocas horas, cuando volvieron a trasladar y acarrear a la gente hacia sus barrios o ciudades, se escucharon los insultos y reproches por parte de los que no recibieron la paga convenida por el “puntero” o no les brindaron ni el bolsín ni el sándwich prometidos.
Palabras huecas
Una vez más, los santiagueños comprobaron que la visita presidencial significó un festival de despilfarros de los fondos públicos, con la mascarada del progreso que se festeja con costosísimas “fiestas” y fuegos artificiales, claramente identificados con el pan y el circo.
Suenan huecas las palabras “sueños” y “esperanzas” cuando a la provincia se la dibuja y delinea, hasta en sus mínimos detalles, en la Casa Rosada. Es la Presidenta, o sus funcionarios, los que nos cuentan que existe en Santiago un “progreso sin precedentes” y un “crecimiento y despegue definitivo”, con obras multimillonarias, faraónicas que se pagan con escandalosos sobre precios que enriquecen a funcionarios y a empresas de la Nación y de la provincia.
La casta de mediocres encumbrados en el poder santiagueño repite “progreso” y “crecimiento” aunque el 70% de los comprovincianos siguen subsistiendo sin contar con agua potable.
Así andamos. La “obra” o la “matera gris” de los santiagueños” no aparecen. Todo es pergeñado y realizado por los kirchneristas nacionales. El gobernador Gerardo Zamora es un simple delegado del gobierno nacional, sin posesionarse en jefe administrativo y político de una provincia y un estado que deben ser autónomos.
Los senadores y diputados nacionales (excepto dos), son ocho parlamentarios elegidos para cobrar una beca, pues además de no presentar proyectos de ninguna naturaleza a favor de la provincia, son conocidos, de manera burlona, como “los mudos” del Congreso Nacional.
"Progreso” y “crecimiento” que no se compadecen con la cosmética político-democrática donde la institucionalidad es de utilería con una concentración de poder que supera claramente las conocidas de otros gobiernos provinciales.
Hay una Justicia adicta.
Hay diputados (36 de 40) sin independencia que ni se preocupan por cumplir con la misión soberana (otorgada por el pueblo) de controladores y hacedores de leyes que beneficien a los santiagueños. Las escasas voces disonantes, que las hay, carecen de toda difusión (los legisladores opositores hablan sólo para los taquígrafos).
Hay un Poder Ejecutivo con un gabinete que se caracteriza por su mediocridad. Nada más.
Muertes sin justicia y corrupción
Además, existen graves casos sin esclarecer como la muerte de 39 personas en el Penal de Varones; el asesinato de Raúl Domínguez, que fue muerto por denunciar un affaire con timbrados truchos en la dirección de Rentas, e innumerables denuncias radicadas por escandalosos precios de la obra pública, medicamentos y mercaderías que se pagan y no se entregan, a nombre de personas (testaferros) ostensiblemente vinculadas a los tres poderes públicos de la provincia.
Frente a todo ello, sólo se comprenden las palabras “sueños” y “esperanzas” si las pronuncian los que abrigan que continúe este estado de cosas con una corrupción generalizada de la que hablan todos los santiagueños, a tenor de las fastuosas muestras de casas, departamentos (edificios), autos y demás bienes exhibidos por los funcionarios públicos, por los contratistas amigos y por los socios políticos; todos, integrantes del segmento zamorista de los “nuevos ricos”.