Por Sergio Sinay.
Vivimos en un país pródigo en defaults de ética y de moral. No es novedad y cada semana hay hechos que lo refrendan. El oportunista Roger Waters dice “las Malvinas son Argentinas”, se saca una foto con la misma Presidente que no tiene tiempo para recibir a políticos opositores y resolver problemas graves, y después él (Waters) se lleva los millones de dólares cosechados, mientras el cerco sigue prohibiendo a los ciudadanos argentinos ahorrar en esa misma moneda ante el mínimo valor de la propia. A su vez Fito Páez esta vez no sintió asco cuando se trató de cobrar (y no por primera vez) 100 mil dólares del erario público para cantarle a la bandera. Y los funcionarios que pagaron tampoco sintieron vergüenza en restar ese dinero a la salud y a la educación. Circo para todos. Cien mil hinchas de San Lorenzo tienen pasión, tiempo y “aguante” para pedir por una cancha que ya no existe (y que los vecinos no quieren que exista, a la luz de la violencia cotidiana del futbol), pero no hay 100 mil indignados que salgan a decir basta a la corrupción, a los asesinatos ferroviarios “legales” y masivos, a la manipulación de la Justicia. Hay dinero para incitar al consumo en el día de la mujer a través de avisos y de marketing, pero no hay fondos morales ni económicos para convertir a la lucha contra el femicidio en una política de Estado (de paso, ninguna presidenta abrió la boca en el Día de la Mujer). Una decena de personas con reclamos absurdos (y aparentemente sin obligaciones ni laborales ni de ningún tipo) cortan una autopista, impiden durante 12 horas que otros miles trabajen, y los convierten en rehenes del “punterismo” con probable complicidad oficial. De la ética vicepresidencial huelga hablar. Y sigue el baile…En lo personal, mientras eso ocurría fui invitado a la celebración de los 79 años de existencia de un grupo de cooperativas dedicadas al seguro. Gente de trabajo real, duro, cotidiano. Basta con verlos en acción y en hablar con ellos. Gente que cree activamente en algunas palabras depreciadas, olvidadas y bastardeadas, que ellos revalorizan y llevan como bandera: proteger, cumplir, respetar y, sobre todo, cooperar. Hace muy bien al alma, es un masaje, escuchar esas palabras durante un día entero en boca de quienes creen en ellas y las honran. Esta gente no ocupa sus horas en obtener cinco segundos de cámara televisión a cualquier precio, las usa en trabajar, en sostener una visión compartida. Han atravesado tempestades sin perder la línea de flotación ética ni extraviar el rumbo moral. Hace bien escucharlos y verlos. Recuerdan que las palabras cooperación (antes que competencia despiadada), solidaridad (antes que egoísmo), coherencia (antes que oportunismo) y honestidad (antes que corrupción) son las que, de veras, sostienen a las sociedades y les permiten trascender. Hace bien escuchar esas palabras, comprobar que hay grupos así en este país tan generoso con los inmorales y tan tacaño con los honestos. Pero los honestos siguen, están, son más de lo que parece. Y resisten, afortunada y empecinadamente, resisten.
1 comentario:
Felicitaciones por su valentía, la de seguir batallando en valores por casi todos olvidados y Gracias!!! por poner en letra la palabra de tantos que confiamos aún en esos valores fundamentales.
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