Jorge
Mario Bergoglio tiene una frase que lo acompaña siempre: “No te la creas”, con
la que vive formulando una invitación a la humildad para no creerse el mejor (o
la mejor), sobre todo cuando se llega a las más altas posiciones dentro de la
sociedad.
Él,
que jamás se la creyó, llegó a ser ungido el mejor dentro de la Iglesia
Católica y consiguió generar un hecho histórico que, por lejos, será el más
importante por siglos en la Argentina. Es Papa. (Al otro día de vestirse de blanco en El Vaticano, llamó por teléfono a uno de sus colaboradores de Buenos Aires, y luego de recibir muchas felicitaciones, le dijo: "Por favor, llamame padre Bergoglio". Como vemos, sigue sin creérsela).
Todo
el mundo (incluso los acólitos del gobierno kirchnerista que no salen de su
pensamiento minúsculo) sabe que llegó a Sucesor de Pedro por humilde;
justamente la virtud que es contraria a soberbio, pretencioso, interesado,
egoísta y auto-suficiente. (Siempre vale
recordar que hace siglos, el genial español Miguel Cervantes Saavedra dijo en
el famoso Diálogo de los Perros que “la humildad es la base y fundamento de
todas las virtudes”, y que “sin ella no hay alguna que lo sea”).
Nuestra
presidente, Cristina Fernández de Kirchner, subida en el pedestal de la Casa
Rosada, se negó a recibir a Bergoglio y ni siquiera le respondió los 14 pedidos
de audiencia, ignorando que el cardenal no requería un diálogo sobre asuntos
personales sino que buscaba abordar problemas como la pobreza y la corrupción
en el país.
Frente
a repetidos rechazos, el cura se resignó en silencio y apenas habrá murmurado
su consabida frase: “No te la creas”.
Hoy,
el marginado por la presidente kirchnerista llegó a la máxima jerarquía en la
poderosa Iglesia Católica y se convirtió en el papa Francisco.
Apenas
se informó que Cristina Fernández de Kirchner viajaría al Vaticano con una
comitiva para asistir el martes a las solemnes ceremonias de su entronización como
Vicario de Cristo en la Tierra, el Pontífice (Bergoglio) decidió invitarla el
lunes, en la víspera de su asunción.
Como
siempre, el cura porteño repitió su frase de “No te la creas” y, aunque tiene
muy buena memoria, optó por no pagar con la misma moneda a quien no le abrió las
puertas de la sede gubernamental de la Nación Argentina.
Al
contrario, la distinguirá porque Cristina pasará a la historia como la primera
jefa de Estado a la que recibirá el flamante Sumo Pontífice.
El encuentro se celebrará en la Casa de Santa Marta,
donde aún se aloja el Pontífice. La hora programada es las 12.50, según los
relojes italianos (las 16.50 hora argentina).
El gesto del cura porteño responde a instrucciones de
Cristo: “Yo
les digo que no hagan resistencia al hombre malo. Si alguno te golpea en la
mejilla derecha, preséntale también la izquierda. Amen a sus enemigos, hagan el
bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para
que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y
los malos”.
Es hora, entonces, que Cristina Fernández de
Kirchner y sus seguidores comiencen a repasar las lecciones de un hombre bueno,
humilde y, esencialmente, discípulo de Cristo. O que repasen los postulados que
comenzó a revelar Francisco (Bergoglio), como el de “una Iglesia pobre para los
pobres”, que equivale a soñar con gobernantes pobres al servicio de los pobres;
y no al revés con mandatarios ricos y mandantes pobres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario