Por Alberto Amato, en Infabae,
de Buenos Aires.
El
peronismo se despereza. Lento y ocioso todavía, empezó a dar los primeros pasos
para quitarse de encima al kirchnerismo, que gobernó 12 años a su antojo, en su
nombre y con su anuencia, y a poner distancia con ese pasado que ayer fue
jubiloso y hoy es ominoso. Ya lo hizo con el menemismo, que no opuso
resistencia, al contrario de lo que indican los pronósticos en el caso del
kircherismo.
El
despegue que encara el PJ, despegue en este caso no es sinónimo de alzar el
vuelo sino de no seguir pegado, tiene ribetes picantes, casi de vodevil.
Legisladores como Miguel Ángel Pichetto, que acató de buen grado los humores,
caprichos y delirios de la ex Presidente, que manejó con mano de hierro al
bloque de senadores peronistas y les hizo aceptar lo inaceptable, se ha
permitido una leve y ruidosa crítica a la gestión, que antes avaló, del ex
ministro de Economía Axel Kicilof, niño mimado de Cristina Kirchner. La osadía
le valió un reto furioso de Máximo Kirchner, pero nada más.
Con
Pichetto y sus respetuosos aires rebeldes coinciden los gobernadores peronistas
y los intendentes bonaerenses no alineados hoy con el kirchnerismo ni con su
vanguardia, La Cámpora. Por esa insurrección casi colegial, nadie pagó hasta
ahora un precio más caro que el descontento de la ex presidente y de los ultra
K.
Camino a la renovación
Diez gobernadores justicialistas se reunieron en San Juan, elaboraron un documento y fueron a la Casa Rosada a plantear una mejor coparticipación. |
Los
formalismos casi reverenciales y pulcros con los que el PJ intenta dejar atrás
al kirchnerismo, a su carga de corrupción y de ataques a los derechos
individuales, tienen ribetes de una ternura casi extinguida en el peronismo,
que suele ser más franco y crudo en este tipo de adioses. La fórmula Pichetto
seguida por los gobernadores dice algo así como: reconocemos los logros y los
adelantos alcanzados desde 2003, pero el PJ precisa una renovación. Esto es: el
plato estuvo muy rico, pero ni se les ocurra que voy a repetir.
Este
lento despertar del PJ coincidió con una imprudencia del presidente Mauricio
Macri y una apreciación extraña de Daniel Scioli. Las actuales andanzas del ex
gobernador de Buenos Aires y ex candidato a presidente viran un poco al
anacronismo: sigue de campaña. Responde críticas, visita a figuras del deporte
y de la farándula, va a saludar a intendentes K, se mueve en general como si
aún le faltara conquistar los votos que no supo conseguir el pasado 22 de
noviembre. Por falta de capacidad, por falta de voluntad o por falta de
argumentos, sigue atado al kircherismo y a su cuestionada gestión en la
provincia de Buenos Aires, a la que dejó prácticamente quebrada según
denunciaron sus nuevas autoridades. Si así espera evitar su ocaso político,
sólo demuestra una falta de reflejos rara en un hombre que ha dedicado buena
parte de su vida al deporte.
Gran protagonismo de
Sergio Massa al acompañar a Mauricio Macri a la cumbre de Davos y dialogar con
líderes mundiales, como el vicepresidente de EE.UU., Joe Biden.
|
Encandilado
por la experiencia vivida en el Foro Económico Mundial de Davos, al que fue
acompañado por el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, el presidente Macri
sugirió que Massa podía ser el nuevo líder del PJ. Un exceso verbal, y acaso de
optimismo, que bien se podría haber ahorrado, si es que no fue meditado, y que
no le trajo mayores consecuencias, porque el peronismo está precisamente en
estado de bostezo. Scioli se enfureció y respondió al Presidente con una
observación amenazante, la misma del almirante japonés Isoroku Yamamoto después
de bombardear Pearl Harbor en 1941: “Ha despertado a un gigante que es el
peronismo”, dijo Scioli de Macri. Una buena frase. La pregunta es ¿adónde
estaba Scioli cuando el gigante peronista dormía?
El “caso Milagro Sala”
La kirchnerista-cristinista Milagro Sala sigue presa por orden de la justicia Penal de Jujuy, acusada por asociación ilícita e irregularidades en el manejo de fondos enviados por la Nación. |
La
incipiente rebeldía peronista contra el kirchnerismo -hasta Estela de Carlotto
reveló “Cristina no es mi amiga” -tiene otro punto en común: el destino
carcelario de la activista jujeña Milagro Sala. La señora Sala está presa
acusada de asociación ilícita y la Justicia pretende averiguar, entre otras
cosas, el destino de 29 millones de pesos destinados a hacer obras: las obras
nunca se hicieron y los millones se esfumaron.
Figuras
de muy diferente color y estilo político como Elisa Carrió, el gobernador
jujeño Gerardo Morales, y los dirigentes sociales Carlos “Perro” Santillán y
Raúl Castells denunciaron a Sala por “ladrona” y por haber introducido la
narcopolítica en Jujuy. Más allá de esas denuncias, algunas ratificadas en la
Justicia, Sala también fue acusada por la gente a la que supuestamente
benefició según su arbitrio, gusto y beneficio político personal, sostenida
siempre por grupos de matones armados. Esas voces revelaron un entramado oscuro
y acaso sangriento, hay denuncias de hechos de violencia que involucran a Sala,
al que no fue ajena la gestión del anterior gobernador K Eduardo Fellner. Por
lo pronto, hay dos ex funcionarios de Fellner detenidos: Pablo Tolosa y Marta
Gutiérrez, del Instituto de Vivienda jujeño.
Tenía vínculos con
narcos
Los
indicios sugieren, es una mera presunción, que la actividad de la señora Sala,
y ella misma más que su actividad, han estado alejadas de los principios que
Alexis de Tocqueville imaginó para una democracia perdurable en América, lo que
no sería delito: Sala está presa acusada de asociación ilícita y defraudación,
acusación que podría extenderse a la de narcotráfico. Los gobernadores del PJ,
sobre todos los del norte, y los legisladores provinciales se apartaron de modo
veloz de Sala y cuestionaron sus métodos de “solidaridad social” y, por
carácter transitivo, a quienes la ampararon, impulsaron y protegieron: la ex
presidente Cristina Kirchner y La Cámpora.
Un
acampe en la Plaza de Mayo ha elevado a la señora Sala a la categoría de
perseguida política. La protesta está auspiciada por la organización que
preside, Tupac Amaru y por los jóvenes “camporistas”, además de por
organizaciones de izquierda. Que La Cámpora y Túpac Amaru defiendan a Sala es
lógico: fueron sus sostenes y, si se prueban los delitos de los que está
acusada, serán sus cómplices, indirectos en el mejor de los casos. Que la izquierda
argentina, sólo para oponerse a un gobierno al que tal vez con certeza
identifica con la derecha, apañe y defienda la corrupción y el delito, habla
del viraje fatal que ese sector del pensamiento político le ha dado a su
impronta, viraje que encuentra su fiel de la balanza cada vez que hay
elecciones. Hubo una época, acaso no tan lejana, en la que la izquierda
defendía otros valores. Los unos y los otros, mezclados en el acampe, expresan
una hipocresía social que no se cura sólo con la renovación de un partido y ni
siquiera con la de un sistema político.
Si
el Poder Judicial se toma su tiempo para investigar la corrupción en los
funcionarios, los que lo son y los que los fueron antes, o cambia de humor y de
doctrina cuando cambian los huéspedes en la Rosada; y si la prisión de una
activista denunciada por decenas de personas, da a luz la fábula de la
persecución política, es difícil precisar el real alcance del principio de
igualdad de los ciudadanos ante la ley.
La oposición a una gestión
de gobierno es el alma del sistema democrático. Cristina Kirchner debió saberlo
antes de descalificar a sus críticos y denunciarlos por golpistas, junto al
gigantesco coro de alcahuetes que la rodeó, pagados con dinero público. Pero
oponerse a un gobierno no implica tolerar o defender ni violencia ni la
corrupción, ni disfrazar de persecución política una simple investigación
judicial en marcha.
No hay comentarios:
Publicar un comentario