Por Eduardo Antonio
Abalovich, diputado nacional radical mandato cumplido.
El
doctor Arturo Umberto Illia nació en la ciudad de Pergamino, Buenos Aires, el 4
de agosto de 1900 y falleció en la ciudad de Córdoba el 18 de enero de 1983.
Fue un destacado médico y político argentino, miembro de la Unión Cívica
Radical.
Se
desempeñó como diputado y vice gobernador de Córdoba, y ocupó la Presidencia de
la Nación entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966.
Durante
su gobierno se anularon los contratos petroleros firmados por Arturo Frondizi
con compañías extranjeras; se impulsó la explotación del petróleo y los
recursos estratégicos por parte del Estado; se fomentó la industria nacional;
se destinó el 23% del presupuesto nacional a la Educación (la mayor cifra en la
historia del país); el PBI y el Producto Externo Industrial (el último a un
vertiginoso 19%, en 1964): bajó la desocupación y disminuyó la deuda externa;
se llevó adelante un plan de alfabetización.
Además,
se sancionaron las leyes de Salario Mínimo, Vital y Móvil (N° 16.459, previa a
la constitución del Consejo del Salario, integrado por el Gobierno, los
empresarios y los sindicatos); la de Abastecimiento para controlar los precios
de la canasta familiar; la de fijación de montos mínimos de jubilaciones y
pensiones y la llamada “ley de Medicamentos, la N° 16.462).
Las
principales características para destacar del doctor Illia fueron su honestidad
y su conducta ética inquebrantable, siendo ejemplo de ello el hecho de que
vivió casi toda su vida en su humilde vivienda de la ciudad de Cruz del Eje,
Córdoba, donde se dedicaba a la medicina. Nunca utilizó su influencia a su
favor, a punto tal que tuvo que vender su auto estando en ejercicio del mando
presidencial y de negarse a utilizar fondos públicos para financiar su
tratamiento médico.
Luego
de ser Presidente mantuvo una activa militancia política, rechazó la jubilación
y se ganó la vida trabajando en la panadería de un amigo.
No fue comprendido
Don Arturo Illia, a poco
de asumir la Presidencia de la Nación, saluda junto a su esposa a
representantes diplomáticos, en la Casa Rosada.
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Sin
embargo, su personalidad austera y tranquila le perjudicó durante su gobierno,
ya que esta faceta fue utilizada por los sectores de poder afectados por sus
medidas, para instalar una falsa imagen de un Presidente lento.
De
todos modos, bien vale recordar que tuvo acciones importantes como el
levantamiento de las restricciones electorales habilitando la participación del
Justicialismo y del Partido Comunista en los comicios del año 1965, y la
promulgación de penalidades a la discriminación y a la violencia racial.
Sus
adeptos consideramos a Illia un político ejemplar, por su honestidad y
personalidad incorruptibles. Tuvo una sola casa sencilla y humilde, que fue el único
bien con que se retiró como Presidente de la Nación, que fue donada por
suscripción pública con ayuda y por voluntad de los vecinos de Cruz del Eje.
Reitero, fue el único Presidente de la Argentina que no aceptó la jubilación.
Sus
restos descansan en el panteón de los caídos en la revolución de 1890; conocido
popularmente como el Panteón Radical, del cementerio de La Recoleta, en la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En este mausoleo, además de Illia, descansan
Leando N. Alem, Hipólito Yrigoyen y Elpidio González, entre otros dirigentes de
la Unión Cívica Radical.
En
un nuevo aniversario de su fallecimiento, deseo recordar con frase de autoría
de don Arturo: “Una Nación está en peligro cuando su Presidente habla todos
los días y se cree la persona más
importante de su país”.
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