Editorial de La Nación, de Buenos Aires.
Uno de los funcionarios que más poder concentra dentro de la ex SIDE es su jefe de Contrainteligencia, Jaime Stiuso, eternizado en la cúpula profesional de la Secretaría a medida que se suceden los diferentes gobiernos. Se especula que las dos razones para esta extraña supervivencia serían, por un lado, su fidelidad al régimen de turno, y por el otro, los secretos comprometedores cuyo conocimiento lo tornarían invulnerable.
De ahí que sea preciso destacar y poner como ejemplo, en medio del triste panorama de sometimiento al poder político que parece prevalecer en parte de la justicia federal, la breve pero contundente sentencia del Tribunal Oral N° 3 de ese fuero que hace poco más de un mes absolvió a Gustavo Beliz.
El ex ministro de Justicia se encontraba acusado de haber violado un secreto de Estado al haber exhibido en un programa periodístico de televisión la fotografía de Stiuso. La acusación, fogoneada por Stiuso, fue impulsada sin sustento por el fiscal federal Jorge Di Lello, quien, convertido en una suerte de abogado del espía, pidió para Beliz una condena de cuatro años de prisión haciendo suyos los infundados argumentos de Stiuso. Es de lamentar que Di Lello no exhiba el mismo dinamismo en la investigación de la malversación de fondos estatales en el caso que involucra a Sergio Schoklender y a la Fundación Madres de Plaza de Mayo.
En el curso del debate, Beliz, quien a raíz de la persecución por parte de Stiuso tuvo que abandonar nuestro país, afirmó que recibió amenazas y mencionó “mecanismos extorsivos” de la ex SIDE.
Pese a las presiones que sufrió y a tratarse de una causa impulsada por un hombre tan tristemente poderoso como Stiuso, el tribunal integrado por Guillermo Andrés Gordo, Miguel Guillermo Pons y Gerardo Felipe Larrambebere resolvió que no existía delito, pues en varios juicios orales y públicos Stiuso había declarado como testigo y, por lo tanto, su rostro era conocido.
Allí podía haber terminado la sentencia, pero los tres jueces agregaron: “Con el evidente propósito de apartarnos del conocimiento de esta causa se han orquestado toda clase de tropelías”, y mencionaron, entre otras, “requerimientos de instrucción y jueces delegando investigaciones”, y el hecho de que “el denunciante se presenta ante el tribunal, y no sabemos a guisa de qué, nos hace saber que nos ha denunciado y formula una suerte de invitación a apartarnos de la causa”.
Subrayaron también los jueces la “inusual insistencia del fiscal Di Lello en apartarnos del proceso (...) a instancias de la Secretaría de Inteligencia" y, refiriéndose a los manejos de Stiuso, agregaron: “Lo que no debemos tolerar es que se trate de manchar nuestro nombre y honor mediante insondables maniobras más propias de una novela de espionaje que de una causa judicial”.
Independencia, valentía, justa aplicación de la ley y apego a la verdad son las cualidades que revisten las 26 fojas de este fallo que permite seguir confiando en la Justicia.
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