Editorial de La Nación, de Buenos Aires.
El aumento del déficit en 2011 no ha sido el resultado de una mejora en la calidad de la provisión de bienes por parte del Estado. |
Además, hay que tener en cuenta que el gobierno imputa dentro de sus ingresos las utilidades del Banco Central, en su mayoría devengadas pero no realizadas y la totalidad de las rentas de la Anses, que deberían ser la contrapartida de futuros gastos previsionales. Ajustando el resultado mediante la exclusión de esos ingresos, el déficit de 2011 sumaría unos 54.000 millones de pesos, el equivalente a un 3 por ciento del PBI, que se compararía con un déficit ajustado de 1,9% del PBI en 2010.
Si bien un déficit del 3 por ciento del PBI no resulta elevado en una comparación internacional, en el caso de la Argentina dicho resultado es preocupante por numerosos motivos.
En primer lugar, el deterioro de las cuentas públicas se ha producido durante un año en el que, según las cifras oficiales, la economía habría crecido cerca del 9 por ciento. En cualquier país en el que la prudencia forma parte de las prácticas macroeconómicas, el resultado fiscal mejora en los años en los que el crecimiento económico es superior al de su tendencia de largo plazo, para así permitir aumentos en el déficit durante los períodos de vacas flacas. De esa manera, la política fiscal colabora en la moderación del ciclo económico, morigerando las recesiones en períodos de crisis y evitando presiones inflacionarias en las de auge. La Argentina ha hecho todo lo contrario. Entre 2006 y 2011, las cuentas públicas mostraron un deterioro del 4,8 por ciento del PBI en un sexenio en el que la economía se expandió a un ritmo promedio muy superior al sostenible en el largo plazo.
En segundo lugar, el aumento en el déficit fiscal es preocupante debido a la imposibilidad por parte del gobierno de acceder al crédito a tasas razonables.
Otras causas
La falta de confianza de los inversores generada por el default de la deuda, aún no resuelta definitivamente la situación de impago ante el Club de París, y las mentiras del Indec y el desconocimiento de los pagos correspondientes a los fallos en el Ciadi, entre otras cosas, han llevado a que el financiamiento del déficit haya recaído en los últimos años en fuentes muy regresivas e ineficientes.
La más importante de ellas ha sido la emisión de dinero del Banco Central destinada al Tesoro. Mientras que en 2007 las transferencias del Banco Central al Tesoro apenas sumaban el 0,7 por ciento del PBI, estas fueron aumentando hasta un pico del 3,9% del PBI en 2010 y del 3,2% en 2011. En términos de la base monetaria, las transferencias del Banco Central al gobierno durante 2011 implicaron una expansión monetaria del 15 por ciento sólo por ese concepto. Ello contribuyó a alimentar parte de las presiones inflacionarias que durante 2011 se observaron sobre los precios y sobre las reservas del Banco Central.
Otra parte del financiamiento del déficit se ha cubierto con emisiones de bonos al Fondo de Garantía de la Anses a tasas de interés inferiores a las del mercado. Por lo tanto, ya sea por la recurrencia al impuesto inflacionario o por la licuación de los recursos de los jubilados, el déficit ha generado a través de sus vías de financiamiento políticas regresivas e ineficientes.
Finalmente, está claro que el aumento del déficit en 2011 no ha sido el resultado de un aumento o una mejora de la calidad en la provisión de bienes o servicios por parte del Estado. Tampoco ha sido producido por una rebaja de impuestos que haya permitido al sector privado aumentar su productividad y generar más riqueza. Así como en 2010, una parte del aumento del gasto público se explicó por ser el primer año de vigencia plena de la Asignación Universal por Hijo (AUH), el aumento en el gasto público de 2011 se explica en gran medida por el incremento indiscriminado en los subsidios que ha pagado el gobierno, por ejemplo, para importar gas de Qatar en vez de reconocer precios razonables a los productores locales de gas.
Sin duda, 2012 será un año complicado. La situación recesiva que atraviesa Europa, el menor crecimiento global, la baja en los precios de nuestros productos agrícolas y ahora también la sequía, requerirán de recursos fiscales que se han gastado en épocas de vacas gordas. Hacen bien en preocuparse entonces quienes se preguntan cuál será la próxima caja que atacará el gobierno y qué derechos violará al hacerlo, por no haber ahorrado cuando debía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario