El ahijado y el padrino, cuando se creían unidos por los ideales del Radicalismo. |
Porque los periodistas recibirán, al final de cada jornada, un “informe” sobre las audiencias.
Porque el público (la ciudadanía) no podrá ingresar a la sala “por razones de falta de espacios”.
Y es una farsa, también, porque la Casa de Gobierno “instruyó” la causa, “liberó” a cómplices, “designó a dedo” a la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal de segunda nominación, a pesar de que no es la competente, y porque todos saben que ya está impartida “la orden política” del gobernador Gerardo Zamora de condenar a Alegre. "Tiene que estar preso mientras yo sea gobernador”, fue el veredicto que transmitió a los jueces. (Deducimos entonces que si Zamora no lograra un tercer mandato, Alegre podría ser liberado a fines del año próximo, pero si consiguiera la re-reelección, el ex intendente tendría unos cinco años de rehén político).
La persecución
Se dice que en el expediente (de muchos cuerpos), no existe ninguna prueba de que Alegre se haya robado una lapicera de la municipalidad. Al contrario, existen documentos rubricados por los distintos organismos de contralor que dan cuenta que dejó la comuna con un superávit de 38 millones 800 mil pesos, y una obra social municipal con un millón y medio de dólares. (Por supuesto, también existen papeles que indican que Alegre recibió la Intendencia de Gerardo Zamora el 23 de marzo de 2005, con un déficit de 8 millones de pesos y un presupuesto ya gastado hasta noviembre de ese año).
Lo que también reflejarían las actuaciones son las presuntas negociaciones incompatibles de Alegre, quien, como funcionario público, en forma directa o por persona interpuesta, se habría interesado de algún contrato u operación en que intervino por razón de su cargo de intendente. Por ello es que están imputados escribanos, proveedores, etc.
La persecución de Zamora hacia Alegre (su amigo, correligionario de militancia y ahijado que dejó en la comuna), se patentiza en el trato que le dio la Casa de Gobierno (donde trabaja el “juez instructor” de este expediente, el ministro de Justicia, Ricardo Daives). En efecto, nadie se explica por qué el imputado Alegre está preso, mientras que sus socios e integrantes de “la banda” gozan de libertad. O están todos presos como Alegre, o éste tiene que estar libre al igual que los incriminados como sus cómplices.
Por ello, en este “juicio-farsa” van a quedar expuestas las razones políticas que lo llevaron a Zamora a poner preso a su amigo y ahijado en la municipalidad.
Nadie debe sorprenderse cuando Alegre se defienda y explique todas las circunstancias que rodearon y dieron origen al proceso penal abierto en su contra.
Sus allegados aseguran que va a recordar, por ejemplo, que la persecución comenzó cuando le comunicó a Zamora que estaba dispuesto a iniciar el trabajo hacia la gobernación del 2009, porque todas las encuestas lo posicionaban con porcentajes favorables en la consideración del electorado de la Capital y otras ciudades de la provincia.
Este aspecto resulta interesante a raíz de que Alegre se va a defender políticamente en el “juicio farsa”, intentando demostrar con datos fehacientes de que es “un preso político”.
La estrategia podría servir, entonces, para comparar por qué no están en la misma celda de Alegre los “Rupa” Molina Areal, los Horacio Lugones, los Daniel Russo, los “Sugus” Suárez, los “Lito” Argañaraz, los Humberto Salim, los Guido Sotelo, y una larga lista de funcionarios que exhiben el obsceno enriquecimiento alcanzado tras su paso por la función pública.
Se deduce que no están presos (ni lo estarán mientras gobierne Zamora), porque ninguno le disputa el liderazgo a Gerardo, como se animó su ahijado Alegre.
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