Expectativa por los funcionarios que acompañarán a la escribana Claudia Ledesma Abdala, y temor a que mantenga en funciones a desleales e incapaces. |
En los
pasillos de la Casa de Gobierno hay mucha gente bien informada que maneja datos
certeros. Como que el gobernador Gerardo Zamora (tal como ya lo adelantó Arena
Política), optó por ocupar su banca de senador nacional. En efecto, este
miércoles 27, jurará junto a los otros dos senadores nacionales electos, Ada
Iturrez de Cappellini y Gerardo Montenegro (éste último como tercer senador; de
la minoría). El ascenso de Zamora (que fue electo como senador nacional
suplente), se concretará con la renuncia del titular, el ocho años diputado
nacional Daniel Brué, quien con seguridad pasaría a desempeñarse como ministro
de Obras Públicas debido a que el arquitecto Argentino Cambrini estaría
dispuesto, desde hace tiempo, a dejar el cargo “por cansancio” y aquejado por
una dolencia en su salud.
Otra
posta: el diputado provincial Ángel Adalberto Llamazares, quien termina su
mandato el 10 de diciembre, pasará a desempeñarse como secretario de Trabajo
reemplazando al gremialista de los viales, Andrés Ernesto Bernasconi. Como se
sabe, el “Gringo” Bernasconi se recupera en Buenos Aires de una enfermedad que
le imposibilita continuar con el estrés y el esfuerzo que exige esta cartera de
gobierno.
El
ministro de Economía, Atilio Chara, seguirá en su puesto como premio a su eficiencia
y lealtad expresada al gobernador Gerardo Zamora y que se extenderá ahora hacia
la casi segura gobernadora, escribana Claudia Ledesma Abdala de Zamora.
Los
que se quedarían fuera del Gobierno provincial serían Ángel Niccolai (actual
vice gobernador), Elías Suárez (actual jefe de Gabinete) y Luis Fernando Gelid
(actual ministro de la Producción).
O’Mill
y Daives
La
abogada Matilde O’Mill, considerada como una funcionaria de prestigio por su
contracción al trabajo, seriedad y capacidad de gestión, pasaría a ocupar el
cargo de vocal del Superior Tribunal de Justicia, reemplazando al bandeño
Lionel Armando Suárez, quien habría dispuesto dejar las funciones públicas.
Esta
decisión a favor de O’Mill ha sido recibida con beneplácito en casi todos los
segmentos de la ciudadanía, especialmente en los ámbitos políticos y judiciales
de la provincia. Se coincide en que “es un buen premio hacia una funcionaria
ejemplar”.
Ahora,
la situación del actual ministro de Justicia, el termense Ricardo Daniel
Daives, tenía pronósticos parecidos a los de “Viruta” Niccolai, “Sugus” Suárez
y “Parano” Gelid; o sea que se iba a su casa.
Sin
embargo, la “¡última!” es que sería designado también como vocal del Superior
Tribunal de Justicia, para reemplazar a Raúl Juárez Carol, quien al igual que
Lionel Suárez habría dispuesto dejar sus funciones.
Bueno,
la versión de este traslado de Daives a la justicia ha provocado un verdadero
revuelo, tanto que se coincide que sería “un gran error” esta postulación y que
no debería “pasar” de la Cámara de Diputados, en razón que los legisladores
tienen el deber de examinar la pésima gestión del abogado termense.
Sería
largo de enumerar los desaguisados (algunos gravísimos) en los que Daives
aparece como directo responsable y que causaron repercusión nacional e
internacional, gracias a una incapacidad e irresponsabilidad enormes que mucho
han afectado la imagen del Gobierno santiagueño. Se suman los verdaderos
atropellos que, en su nombre, hicieron y hacen en los estrados del Poder
Judicial parientes abogados directos de quien ahora suena como futuro vocal
del Superior Tribunal.
Además,
como ministro, en su despacho, ha sido todo un misterio. No se le conoce un
proyecto. No se le cayó nunca una idea.
La
gente de a pie, esa que por razones comunitarias o sociales está obligada a
concurrir a la Casa de Gobierno y exigir gestión (mucha gestión) a los
ministros (que deberían ser eficientes gerentes del gobernador), sabe cómo ha
padecido con éste muchacho Daives. Nunca ha atendido a nadie proveniente del
pueblo.
Un
graciosísimo ordenanza graficó: “¡Éste Daives no tiene hechura…hace más de ocho
años que asumió y sigue ‘reunido’. Nadie puede explicarse qué está tratando o
analizando desde hace tanto tiempo y con quién o con quiénes. En ocho años, la gente
común siempre ha recibido la misma respuesta de su escuadrón de secretarias y
secretarios: ‘El ministro está reunido…’”.
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