Tapa de El Liberal. |
Cuando
Claudia Ledesma Abdala de Zamora le dijo públicamente a su esposo y todavía gobernador
“éste triunfo es tuyo”, dio en la tecla, porque el jefe del Frente Cívico por
Santiago se dio el gustazo de demostrar a propios y ajenos que, al menos en
nuestra provincia, se puede ejercer el poder de “trasladar” los votos. Es lo
que logró Zamora como antes lo hizo Carlos Juárez: ofrendar su caudal electoral
hacia la esposa.
“Ganó
de taquito”, graficó un zamorista futbolero que quiso explicar que como Zamora
es el dueño de los votos, se puede dar el lujo de trasladarlos a donde se le
plazca.
Y
las elecciones fueron una anécdota; un cuento conocido. Inclusive, Arena
Política anticipó que Claudia Zamora iba a ganar por un porcentaje que iba del 63
y el 67 por ciento.
Es
que el propio Zamora le dijo a su tropa, una semana antes de las elecciones que,
conforme a las encuestas, su esposa triunfaría por el 67 por ciento de los
votos.
Puede
decirse que estaba cantado que el aparato electoralista del zamorismo actuaría
con fuerza y hasta con vehemencia, no sólo con el propósito de ofrendar el
triunfo a la esposa de Zamora, sino para “sepultar” a los adversarios. Este
domingo funcionó bien aceitado (“hasta con demasiado aceite”, susurró un
suspicaz analista refiriéndose a las dádivas que siempre campean en los
comicios), seguramente porque fue la apuesta más fuerte que se decidió
emprender Zamora y estaba bien atento a que no se le escapara ni un voto.
Al
final de la jornada, el propio Gerardo Zamora se confesó: “Todos mis sueños se
han cumplido en la política”. Claro, jugó fuerte y se interpuso a las críticas
(sobre todo de la prensa nacional), con una decisión temeraria como es
experimentar “el traslado” de votos. Lo logró. Con creces.
Todo
porque la gran mayoría ciudadana lo respaldó con más de 295 mil sufragios y,
además, cuidó demasiado su arco como para que el segundo, en este caso el
radical Emilio Rached, quedara lejos con apenas 66 mil votos.
Claro
que el gobierno fue “ayudado” con una oposición endeble: radicales que no
tuvieron fiscales en todas las mesas de votación; viables que se dividieron a última
hora y dispersaron votos, y un Frente para la Victoria destruido y sin ninguna
chance electoral.
El
imperio zamorista
Tapa del Nuevo Diario. |
Zamora
se puso al hombro la campaña e impuso a su esposa y al vice José Emilio “Pichón”
Neder. Esta vez comprendió que debía jugar el rol de artífice; del triunfo o de
la derrota.
Por
ello evitó que algunos improvisados asesores o ministros le hicieran llegar ni
un solo consejo, confirmando que fueron los que lo equivocaron a comienzos de
año cuando optaron por “la resolución judicial” y desecharon la reforma de la
Constitución a la hora de aspirar a la re-reelección; todo lo cual terminó en
un papelón, a expensas del fallo de la Corte Suprema de Justicia.
Los
hizo a un lado y procedió adecuadamente. Se la jugó solo al ofrendar la
candidatura a su esposa, encabezar la campaña y coronar la victoria.
Se
confirmó, entonces, que Zamora, que era el jefe, se recibió también de
conductor; título que estrenó el domingo. Y, con ello, la provincia que hasta
hace 8 años era juarista, pasó a ser, definitivamente, zamorista.
Viene
ahora la hora de gobernar, y la escribana de Claudia de Zamora necesita el
apoyo y el asesoramiento de su esposo que, repetimos, es el jefe y el conductor
de esta alianza gobernante.
Ahora,
Gerardo debe demostrar que tiene uñas de guitarrero y que es capaz de proteger
la administración de su cónyuge, a fin de que el “imperio” que es tan eficaz
para recolectar votos, también puede ejecutar una gestión exitosa y con mucha
transparencia.
La
gente le cree y Zamora no tiene que rifar esa credibilidad. El santiagueño
aspira que este gobierno esté impregnado con “el perfume de Claudia”, y la jefa
de la nueva administración no tiene que desaprovechar esta extraordinaria
oportunidad de consagrarse como “la mejor gobernadora”.
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