Por Roberto Delgado, secretario de Redacción del diario La Gaceta, de Tucumán.
La primera prueba del sistema de radares para detectar narcoaviones fue un semifracaso y casi termina en tragedia hace diez días. Un helicóptero de Gendarmería se rozó en el aire con un avión que llevaba marihuana. Tanto gendarmes como narcos se salvaron porque estaban a baja altura -unos 10 metros-. Los delincuentes pudieron escapar. La gran ignorancia que tenemos de estos asuntos que parecen fantasías cinematográficas nos impidió analizar el impacto del episodio, pero dejó fuertes dudas en las localidades santiagueñas cercanas a Tucumán donde -se supone- hay muchas pistas clandestinas. En ellas aterrizan las pequeñas naves que parten con cargas de marihuana desde Paraguay para abastecer al NOA y más al sur. Esa misma ignorancia que tenemos nos impide ver, por otra parte, cómo también alrededor del sistema de radares -que comienza a ser montado en el NOA- siguen los escarceos en la fuerte guerra entre los que pretenden que se combata el narcotráfico del modo tradicional y los que plantean una nueva estrategia. Ambos grupos están en el gobierno y en el Congreso.De un lado está la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), que defiende el modo tradicional de luchar contra el tráfico de drogas. Tiene en contra que ese modo ha fracasado: en cinco décadas de la política de EE.UU. contra las drogas, aumentaron el tráfico y el consumo exponencialmente y la mayoría de los detenidos son perejiles y adictos.
Del otro lado están la ministra de Seguridad y el jefe de Gabinete, con el nuevo programa nacional contra las drogas y que tiene el objetivo de dejar de apresar a adictos y propone atrapar a los hasta ahora desconocidos barones de la droga. En su contra tienen que carecen de datos claros, que no están las fuerzas de seguridad bien preparadas y que las fronteras con Bolivia y con Paraguay son un colador.
Hay 1.500 pistas en el Norte
Una avioneta narco rozó a un helicóptero de Gendarmería…¿y el radar de Santiago? |
El cineasta Enrique Piñeyro dijo a LA GACETA (29/05) que volar por el Norte es potencialmente peligroso por los vuelos clandestinos. Diputados opositores quieren que se llene de radares el NOA y que se haga una “ley de derribo” como en Brasil, que permita que un caza de la Fuerza Aérea pueda tirotear y hacer caer un avión extraño. Aníbal Fernández dice que eso es una salvajada porque no se sabe qué llevan los aviones no identificados ni quiénes van dentro. Pero mientras tanto el programa “Escudo Norte” está en pañales. Apenas se ha montado en Santiago del Estero un radar que no sirvió para detectar la avioneta que rozó al helicóptero. Pondrán más radares, pero por ahora no hay modo de estimar cuánta droga entra por tierra y cuánta por aire. No se ha coordinado tareas entre las fuerzas para hacer contrainteligencia a la evidente planificación de los narcos, que a pesar de los operativos cada vez ingresan más droga al país, mientras la pelea entre las autoridades nos mantiene en la ignorancia, sin que se pueda saber a quién creerle.
No hay comentarios:
Publicar un comentario