Por Marta Gordillo, de la Agencia Télam.
Según algunos estudios, la población negra en 1800 era en Buenos Aires del 40%, del 70% en Santiago del Estero y 50% en Chaco.da |
Un decreto del Triunvirato del 9 de abril de 1812 establecía el fin del comercio de esclavos, y un año después la Asamblea Constituyente declaró personas libres a los hijos de madres esclavas, pero había que esperar a 1853 para la abolición definitiva en términos constitucionales.
El 14 de mayo de 1812 el gobierno ordenó publicar en la Gazeta de Buenos Ayres “el decreto superior del 9 de abril (solicitado por el Cabildo) sobre la prohibición de la introducción de los esclavos’’.
Pero la esclavitud seguía siendo un modo de explotación y el comercio interno una forma de adquirir esa mano de obra, porque ninguna de las medidas reconocía el derecho a la libertad incondicional de los esclavos. Así es como en diarios de la época y décadas siguientes se publicaban avisos de compra de esclavos para distintas tareas, en tanto, muchos formaban parte de las milicias con la esperanza de obtener la libertad, aunque pocos fueron los que la lograban, muchos porque morían y otros porque se la negaban.
Numerosa presencia en Santiago
Cómo llegaban los esclavos a estas costas, cómo vivían y cómo los explotaban, forma parte del horror de esa larga y dolorosa historia de la dominación colonial en América, que no finaliza ni con la emancipación ni por un sentimiento humanitario de las clases que detentaban el poder, sino por nuevas necesidades económicas.
“Si bien es cierto que en el Río de la Plata la llegada de esclavos no tuvo la cuantía que registró en zonas como el Caribe, el sur de los Estados Unidos y Brasil, no obstante esta presencia fue numerosa y más amplia de lo que suele pensarse”, afirma el especialista Omer Freixe en una investigación publicada en “Todo es Historia”. A su vez, el historiador Ricardo Rodríguez Molas sostuvo en sus investigaciones que la población negra en el Virreinato del Río de la Plata alcanzaba a comienzos del 1800 el 40%, y distintos registros sostienen que en el interior las cifras eran superiores, como en Santiago del Estero donde había un 70% o Córdoba, Chaco y algunas zonas del noroeste donde alcanzaba el 50%.
Las cifras varían según los distintos registros, aunque todas revelan el fuerte componente africano en la región. Esta situación se enmarca dentro de un contexto signado por la llegada forzosa a América Latina de 12 millones de africanos, mientras otros 50 millones morían en altamar.
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