Ya es hora que el juez Ramón Gómez informe a la ciudadanía cómo murió Fabiana, sabiendo que no violará el secreto sumarial diciendo si un hecho pasional un rito de la “religión” umbanda. |
Abre un diario y tiene una novela. Abre el otro y hay otro cuento.
En estos casos, cada uno es dueño de transmitir lo que se le ocurra y conforme a su afán de redactar noticias “atractivas” (con morbo, por supuesto) y aumentar su caudal de ventas.
Sin embargo, los que tienen que suministrar datos precisos y fehacientes son la justicia y la policía intervinientes, sobre todo porque ya pasaron demasiados días y el dato que espera la gente no viola ningún secreto sumarial ni nada que se le parezca, y no es otro que el decir si a Fabiana la mató un amante celoso y golpeador, o si fue víctima realmente de las prácticas supuestamente macabras de una presunta religión espiritualista y magista.
Ahora, un medio dice que una declarante aseguró que la asesinó su novio, mientras otro informa que la esta declarante se negó a abrir la boca frente al juez interviniente. Salta a la vista que uno de los dos canales informativos no está transmitiendo la verdad. ¿Declaró, o se negó a declarar?
De este modo, los medios de comunicación no están cumpliendo su servicio a la sociedad, y da pena comprobar cómo la información (quién y por qué asesinó a la chica) pasa a un segundo plano sucumbida por un morbo interminable y repetitivo frente a una desgracia familiar que padecen padres, hermanos, hijos y allegados a la víctima.
¡Lo que ha sido el periodismo en Santiago y en lo que se está convirtiendo!
En este caso concreto se supone que por respeto a los deudos que dejó la infortunada maestra jardinera (sobre todo sus hijos), el juez interviniente en la causa tiene que salir a informar cómo murió (con la pertinente documentación del médico forense) y decir si realmente si cayó en la trampa de la ahora más famosa “religión” umbanda.
Capaz que con la información de la Justicia se den por terminadas tantas novelas que ultrajan la memoria de Fabiana Raimundi Corral y que causan daños irreparables en sus niños huérfanos, de quienes creen que con la desgracia ajena van a lograr desviar la mirada hacia la “dictadura corrupta” que gobierna Santiago del Estero.
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