martes, 9 de junio de 2009
Kirchner después del 28 de junio
Por Rosendo Fraga
De la elección legislativa del 28 de junio el oficialismo saldrá debilitado. Para diputados nacionales en 2007 obtuvo el 43% de los votos -45% fue para Presidente- y ahora tendrá entre 10 y 13 puntos menos.
En la provincia de Buenos Aires perderá 10 puntos respecto a la última elección, quedando incluso sin el control del Senado provincial; en la Capital puede salir cuarto, con 10 puntos menos que en la elección anterior; en Santa Fe el oficialismo quedará en tercer lugar y puede no obtener ninguna de las bancas que se renuevan; en Córdoba tendrá el cuarto lugar; en Mendoza pierde y en Entre Ríos, donde en 2007 ganó claramente, ahora enfrenta una elección disputada.
Estos seis distritos reúnen el 70% del padrón electoral del país y la caída del voto oficialista en ellos explica por qué perderá entre 10 y 13 puntos a nivel nacional. En el Senado quedará con 3 ó 4 bancas menos y en diputados el bloque oficialista emergente no llegará a los 100.
Si Kirchner gana por votos la provincia de Buenos Aires -aunque pierda 7 diputados nacionales-, el debilitamiento se manifestará en forma gradual. Si pierde, en cambio, se hará inmediato.
Frente a este escenario, el oficialismo liderado por Kirchner, ¿girará hacia el pragmatismo al estilo Lula o profundizará su aproximación al modelo de Chávez, como lo ha hecho con su actitud frente al campo, la estatización de las AFJP, el conflicto con Techint y la designación de directores del ANSES y los síndicos de la SIGEN en las grandes empresas?
Al ex Presidente Kirchner no se lo puede prever con la lógica de la política. Ella tiene un principio básico: divide y reinarás. Sin embargo él, frente a la elección más difícil que enfrenta en 16 años, opta por redoblar el conflicto con el campo, el empresariado y los medios de comunicación.
Otra regla de la política dice que cuando alguien se debilita en el poder, opta por renovar el gabinete cambiando caras y sumando nuevos sectores al gobierno. Es decir, que un liderazgo político más débil elige compartir el poder para preservarlo. Pero en este caso, desde que el oficialismo se debilitó el 19 de julio con la votación adversa en el Senado, figuras como Guillermo Moreno han ampliado, y no reducido, su poder.
Hay una ley de la política de acuerdo a la cual, quien es designado en el poder por otro, se termina independizando de él, como sucedió recientemente con Kirchner respecto a Duhalde. Pero en el año y medio de Cristina en el poder, ha aumentado su dependencia y no su independencia respecto a su marido.
Entonces, la clave para prever la dirección que tomará el ex Presidente después del 28J no está en la lógica o las leyes de la política, sino en su personalidad. Ella muestra que cuando más se debilita, mayor es su agresividad, tanto en lo político como en lo económico. Demostrar poder, más que compartirlo, es su característica en la adversidad.
Cuando Kirchner tenía 60% de aprobación no estatizaba las AFJP; en cambio, lo hizo cuando su consenso estaba en sólo 25% y el de su esposa había caído por debajo del 30% a consecuencia del conflicto con el campo. Es por esta razón que después de la elección, con un gobierno más debilitado, la línea del gobierno argentino se acercará más a Chávez que a Lula, como ya lo viene haciendo en los últimos meses.
Es posible que el oficialismo ya no cuente con la mayoría parlamentaria que tuvo hasta comienzos de este año. Pero entonces serán los decretos del Ejecutivo, las resoluciones ministeriales y de otros entes públicos, las acciones de la AFIP y la manipulación judicial, los instrumentos de poder a los cuales Kirchner recurrirá para profundizar el giro en la dirección del modelo venezolano.
Pero en los hechos, el giro que está tomando la política económica argentina, más que al Socialismo del siglo XXI de Chávez, se está pareciendo al capitalismo autoritario de Rusia.
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