Por Facundo Peñaloza
El 16 de junio del corriente la periodista Virginia Vulrrich publicó en Arena Política una nota titulada “Los jueces que vos nombráis”, anticipándose a las futuras designaciones que realizaría el gobernador de la provincia sobre la nómina de un grupo de postulantes con previo acuerdo, seleccionado por el Consejo de la Magistratura.
“Quizá ésta sea la razón por la ‘perriada’ de los inútiles que pretenden ingresar al Poder Judicial. No en vano se lanzan las voces de la discordia cuando el genuflexo Consejo de la Magistratura, conformado a imagen y paladar del mandamás de turno, hace conocer el ‘orden de mérito’ de quienes se postularon -venia mediante-, para ocupar tal o cual vocalía en cámara o magistratura independiente”, comentaba un cronista acreditado en el Palacio de Tribunales.
Y, como no podía ser de otra manera, sucedió lo que este diario anticipó con más de un mes de antelación. Es decir que se cumplió el ritual de las designaciones conforme la primicia de Arena Política.
Con la sola excepción del tan cuestionado Luis Eduardo Lugones, a quien Vulrrich había descartado por sus malos antecedentes, el resto de la nómina fue acertada. Todos los nominados del riñón zamorista están próximos a asumir sus funciones, para el colmo del Poder Judicial de Santiago del Estero.
En el momento más patético que vive la provincia, rebasada de ineptitud en la función pública y con escandalosos hechos de corrupción de los que comenta con desagrado la prensa de todo el país, al gobernador no se le ocurre otra cosa que la designación de una serie de “jueces-alfombras”, nominados para tapar la corruptela generalizada que está colmando la paciencia de los santiagueños.
El saqueo sistemático a las arcas públicas, el pavoneo de ministros enriquecidos desde la impunidad y la vergüenza de los dirigentes gremiales funcionales al poder de turno, tiene un nuevo contenido para el colmo del desagrado, que no es otra cosa que una justicia malsana con jueces serviles y obedientes; sin ningún tipo de preparación para el cargo en que fueron designados.
Sin lugar a dudas, estamos transitando una vez más por el camino indebido que ya merece preocupadas miradas del gobierno federal.
El colapso del Poder Judicial es una alerta más ante el desgobierno provincial que no cuenta con los hombres necesarios para prestigiar la función pública.
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