Solo mueren los que no hacen nada para ser recordados y generalmente están muertos mucho antes de que la vida los deje. No es el caso de Carlos Corbalán, el popular “Chueco”, que vivió como un emprendedor lleno de optimismo y alegría, aún en los peores momentos.
El “Chueco” vivirá en miles de anécdotas imposibles de olvidar en quienes compartieron sus actividades sindicales o políticas, durante muchísimos años.
Reconocido como leal compañero en la CGT, supo unir al sindicalismo santiagueño bajo un mismo techo, cumpliendo un rol que con aciertos y errores lo destacó sobre sus pares sin lugar a dudas.
En su paso por la política y en especial por la Legislatura provincial sumó lealtades que le valieron el respeto de dirigentes y legisladores mucho más preparados intelectualmente.
Como un hombre con códigos era reconocido en el ámbito empresarial, en donde más de una vez colaboró como mediador, para poner paños fríos allí donde todo parecía explotar, en momentos difíciles para el país o la provincia.
Sin lugar a dudas la ausencia del “Chueco” se va a extrañar en el sindicalismo, la política y el periodismo, sobretodo cuando lleguen los momentos difíciles que ponen a prueba a los dirigentes.
El “Chueco” vivió plenamente y se fue a investigar como es ese otro mundo tan difícil de imaginar o comprender. Seguramente, en poco tiempo más estará disfrutando de su nuevo rol y lo hará con la alegría y el optimismo de siempre.
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