Por Michael Soltys, del Buenos Aires Herald.
Hebe de Bonafide y su protegido Sergio Schokender. |
Pero ningún gobierno ha hecho más para manchar la merecida fama de esa organización de derechos humanos que las dos presidencias Kirchner, al haberla dejado colmada de dinero frente al despojo de sus queridos hijos.
Una causa hasta entonces sagrada se viene liquidando tal como está saliendo a luz con el escándalo en torno al ex apoderado de las Madres, Sergio Schoklender.
¿Quién pudo tener la brillante idea de convertir a las Madres en quizás la empresa constructora de viviendas más activa de la ciudad a la vez que manejan una universidad propia, una imprenta, etc., siendo estas actividades absolutamente ajenas a su agenda original, y suponer que su dolor les daría las necesarias habilidades gerenciales?
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner evidentemente confió en que ninguna cantidad de dinero vertida en aquella causa digna (y políticamente útil ) podría malversarse, y las Madres parecen haber sido igualmente ingenuas con respecto a aquellos que gozaron de su confianza.
Las entrevistas interminables de Schoklender el lunes - en las que argumentaba que por sí mismo era tan rico que era capaz de comprar sus propias Ferraris o aviones privados sin vivir a costillas de las Madres - no fueron muy convincentes.
El gobierno se enfrenta por ende a un escándalo potencial sobre al empleo de los fondos públicos en un año electoral, y precisamente en el mes en que CFK deberá confirmar sus ambiciones de reelección (que también es el mes en que la Argentina deberá poner orden en casa con respecto al lavado de dinero, a riesgo de perder su credibilidad internacional, incluyendo posiblemente su pertenencia al G20; de ahí la urgencia de la legislación del Congreso).
Aquella loca paradoja de que las Madres convirtieran en su vocero a alguien que había matado a su propia madre fue siempre un accidente a punto de suceder, y ahora está sucediendo en el peor momento.
El gobierno no puede deshacerse del escándalo como si fuera un asunto privado de una organización privada luego de haber invertido en ella al menos 300 millones de pesos de recaudación fiscal para subsidiar los proyectos de vivienda de las Madres desde el año 2003.
Al haber pasado los últimos años gozando del apoyo oficial, algunas de las Madres (y Abuelas) de Plaza de Mayo parecen haber olvidado que sus días de gloria fueron cuando se oponían implacablemente al gobierno de turno.
Pero quizás Schoklender les terminará haciendo un favor .
No a través de ningún servicio legal o financiero espurio, sino obligándolas a restaurar una independencia que nunca debieron haber perdido en primer lugar.
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