Por Roberto Azaretto.
La gran derrotada en los comicios del domingo pasado es Cristina Fernández de Kichner, que hartó a todos con su soberbia y sus modos propios de los “educados a medias”, como definía hace cien años José Ingenieros a ciertos personajes, en su libro “El Hombre Mediocre”.Sigue actuando con soberbia y mentiras, con incapacidad de gestión, su aldeanismo cerrado y la enorme corrupción que envuelve a su familia y los clanes mafiosos de Santa Cruz.
Es la gran derrotada también porque ella digitó con el dedo a todos los candidatos, despreciando trayectorias, militancia y conocimiento territorial. Privilegió en las candidaturas a La Cámpora, que sacó la mitad de los votos de Filmus.
El Frente para la Victoria en realidad consiguió sólo el 14 % de los votos, pues Aníbal Ibarra y Gabriela Cerruti, sin apoyos del gobierno, lograron un 6% para sus respectivas listas.
Estos muchachitos de La Cámpora no saben historia ni la tienen, y menos conocen cómo se trabaja para una elección. Sólo conocen cómo subirse al carro del oficialismo para lograr puestos de doce a treinta mil pesos mensuales.
Frente a la derrota por 20 puntos de distancia reaccionan con el agravio de parte de algunos de carta abierta o de un Fito Paez que en actitudes fascistas ofenden al pueblo que votó al candidato del Pro.
No podían faltar las palabras resentidas hacia los porteños, del jefe de Gabinete, responsable mayor de la inseguridad y el incremento explosivo del narcotráfico. Ahora busca el refugio (como candidato) en el Senado para lograr fueros por seis años.
Por ello, Mauricio Macri ha tenido buenos colaboradores en la primera vuelta y ahora para el balotaje. No son otros que los kirchneristas, con su desprecio por los que piensan distinto, los escándalos en el Inadi y el de la Fundación de las Madres de Plaza de Mayo con viviendas que cuestan cuatro veces el valor, aunque no pagan los aportes sociales de sus trabajadores.
Por cierto ahora se pasan las facturas de la derrota mientras vienen los comicios de Santa Fe y Córdoba, donde las posibilidades de los “cristinistas” son escasas. Pelean el segundo lugar en Santa Fe con el candidato del duhaldismo-Pro, y en Córdoba ni siquiera se presentan.
Claro, la Presidente ha dejado muchas heridas con su dedo digitador de candidaturas y, en política, como en economía, se puede hacer cualquier cosa, pero hay que entender que es inevitable pagar el costo de lo hecho.
Por otra parte ha quedado demostrada la corrupción de los encuestadores, con un par de excepciones, que dibujan los números para no darle malas noticias a Cristina a cambio de jugosos contratos.
Pero lo más importante es la demostración que el oficialismo nacional no es invencible, por lo menos cuando hay pueblos que no aceptan la extorsión, la humillación ni la resignación.
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