Por Alfio Germán Acosta, estudiante santiagueño, en Córdoba.
Reflexiones sobre la participación de los universitarios en las políticas globales de la Argentina. |
Nuestra falta de educación, cultura cívica y de estimulo, nos han llevado a los argentinos a una situación de crisis, que generó la posibilidad de poner en tela de juicio, la política y a los dirigentes que les toca conducir los destinos de nuestro país. Los argentinos en su conjunto siempre le han atribuido los males de la patria a nuestra política y a la mala calidad de quienes nos representan, ignorando la responsabilidad colectiva que cada uno de nosotros nos corresponde. En ocasiones un sentimiento de rechazo se expresa en términos explícitos, “la oposición o el oficialismo son corruptos y demagogos”; y a veces la acusación es mas general “todos los políticos son mentirosos, hacen lo quieren” o “todos están comprados por grupos de interés”.
Elecciones y votantes
En consecuencia, la mayoría de los votantes concluye que todos los políticos en la argentina se limitan a jugar a la política -como diciendo que estos dirigentes votan o adoptan posiciones contrarias a su conciencia y al interés general de los ciudadanos- basadas en beneficios que reciben en sus campaña o en las encuestas.
En más de una oportunidad escuchamos a nuestros amigos y compañeros las críticas más virulentas sobre quienes nos gobiernan; sin embargo año tras año los siguen votando, manifestando así un interés nulo por participar y comprometerse con la política. De hecho no me parece descabellado pensar y decir que los votantes ya no eligen a sus representante sino que son sus representante quienes eligen a sus votantes, es por eso que todo el tiempo, pero sobre todo en tiempos electorales, nos estudian para decirnos y prometernos lo que queremos escuchar aunque en la práctica sea difícil y hasta imposible llevar a delante lo que prometen en campaña.
Nuestras instituciones se han debilitado enormemente, como consecuencia de la corrupción y la irresponsabilidad de algunos, pero también por nuestra incapacidad colectiva de tomar decisiones difíciles y preparar a la argentina para una nueva era.
Sabemos que es difícil el desarrollo sin un proyecto común, serio, responsable a corto y largo plazo; para ello se necesita estar comprometido, no solo los políticos sino todos nosotros. Comprometidos con el tiempo actual que es el único, verdadero, el pasado ha pasado y el futuro todavía no ha llegado. En consecuencia no queda otro camino que ser fiel al tiempo presente, al compromiso actual. Todos queremos una argentina rica, poderosa, que crezca y se desarrolle. Este será el futuro en la medida que nos comprometamos y trabajemos duro en el presente.
Rol de los estudiantes
Los adultos, los universitarios y quienes hacemos políticas si no asumimos dicho compromiso, y no inculcamos valores y el estimulo por el compromiso y la solidaridad por todas su dimensiones, no vamos a poder entrar a un mundo desarrollado. Nuestros objetivos, nuestros anhelos pueden ser nuevos, las herramientas con los que los encaremos, pueden ser nuevas; pero los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo y el compromiso solidario- son viejos. Han sido el callado motor que hicieron grande a la argentina. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades. Todos podemos aportar desde el pequeño lugar, con las pequeñas cosas de todos los días, grandes cosas por la patria.
El doctor Albino -medico fundador de CONIN (Cooperación para la Nutrición Infantil)- en una conferencia en donde presencie dijo: “No existen papeles pequeños, existen las torres mediocres; por pequeño que sea nuestro papel en la sociedad si lo hacemos con el corazón otra cosa va ser”.
Pienso que ese debe ser el espíritu que debe abrazarnos a todos. Lo que se nos exige ahora es una nueva era de responsabilidad, de compromiso, un reconocimiento, por parte de cada argentino, de que tenemos obligaciones con nosotros mismos, nuestro país y el mundo; obligaciones que debemos aceptar sin quejarnos.
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