Por Juan Gómez, ex periodista de El Liberal.
Ricardo Trotti, severamente cuestionado por un compañero de trabajo en El Liberal, hace casi 20 años atrás. |
Cómo aceptar que todo ha muerto, cuando por su propia decisión fuimos llevados a los estrados judiciales, Luis Farías y quien esto escribe, por firmar un documento del Circulo de la Prensa, cuando demostramos que nuestro trabajo no era destruir a nadie, simplemente ser periodistas. Fuimos enjuiciados por obra y gracia de Ricardo Trotti, porque en su momento palabras más o palabras menos habíamos expresado que el periodismo está condenado a mirarse, a buscar la verdad por sobre todas las cosas, enfrentar al poder que sea sin pensar en las consecuencias y alcanzar un estado emocional y mental que nos permita rendir culto a la objetividad, ahí bajo el imperio de cualquier circunstancia política, social, económica y personal.
También se ha dicho que el periodista está obligado a abandonar su humanidad para ponerse el disfraz de superhéroe que la sociedad nos exige. Con Trotti, el premiado de la libertad de prensa, me ha ido mal. Luego de una despiadada campaña a través de El Liberal, encabezada por el mismo Trotti, todos los días publicaban declaraciones de las figuras políticas del momento en Santiago, condenando nuestra irreverencia por tratar de llamar a la autocritica a directivos de la empresa.
Gracias al entonces juez Lugones, que en un fallo de gran coraje para la época, reconoció nuestro ejercicio de la libertad de prensa. Recuerdo el fastidio de Trotti por la justicia de Santiago. Pensó que la Justicia era su pensamiento que todo lo transformaba en realidad, todo lo que le dictaban sus patrones. Hoy puedo decir, que escribo desde el perdón, pero no el perdón que olvida todo. Simplemente, he renunciado al derecho de cobrarme con la misma moneda el daño moral, profesional y económico que me valió del señor Trotti, a través de un nuevo juicio patrocinado por El Liberal, que me dejaran cesante después de 22 años de trabajar en la redacción en las distintas secciones, sin cobrar una moneda. Creo que él como varios de la dirección del El Liberal, me querían ver muerto. Se equivocaron, mi profesorado de Historia y mi especialización en Comunicación Política y gracias a la democracia, puedo decir que no solamente sobreviví sino que hoy vivo la paz de la jubilación que me alcanza para vivir en felicidad. Y con dignidad.
Doloroso también es decirlo que no pude encontrar ningún abogado que nos defienda de la prédica del paladín de la libertad de prensa, el señor Ricardo Trotti. Por todo ello, puedo decir con dignidad, que no le creo nada al señor Ricardo Trotti, por lo que fue premiado, no es la libertad de prensa la que conozco y que lo han convertido en propulsor, yo diría de la libertad de empresa pero no de prensa. Por lo menos aquí en su estadía en Santiago.
Nunca dio testimonio de ello.
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