viernes, 21 de septiembre de 2012
Los jueces llegan tarde…y los empleados no pueden ni ir al baño
La familia de Ojo de Agua estuvo parada frente a la sede del tribunal hasta pasadas las 11 de la mañana, recibiendo las disculpas y la solidaridad de algunas empleadas que le pedían que se quedaran y aguantaran, “luego de tan largo viaje”.
Much0s funcionarios judiciales de rangos medianos confirman que los jueces y camaristas del Poder Judicial de Santiago del Estero, efectivamente, “vienen a la hora que se les ocurre” y no respetan los horarios de audiencias ni tienen contemplaciones con muchos comprovincianos del interior a los que citan a un horario y los tienen de plantón, innecesariamente.
Esto suena a paradójico porque desde que cambió funcionario la presidencia del Superior Tribunal de Justicia, los empleados rasos padecen un régimen de control parecido a los que soportan los incluidos dentro de un régimen militar, ya que no pueden, por ejemplo, (de 7 a 13) ni ir al baño que, en todos los casos, está ubicado (porque es público) a varios metros de las oficinas.
El nuevo presidente del alto cuerpo judicial tiene verdaderas “cuadrillas” de “vigilantes” que, carpeta en mano, tienen como labor la de caminar por los pasillos en la búsqueda de los empleados judiciales que salen o ingresan a las oficinas. ¿De dónde viene? ¿A dónde fue? ¿Qué hizo?, son algunas de las preguntas que tiene que responder el empleado o empleada sorprendida fuera de la oficina.
Si no satisface al empleado “vigilante”, se pasa un informe a Personal y allí se le practican los descuentos de sus remuneraciones, conforme a los minutos que estuvo fuera de su mesa de trabajo.
El titular del Superior Tribunal de Justicia, Eduardo José Llugdar, es dueño de aplicar la “disciplina militar” a los empleados rasos, y también conciernen a su misión el control de horarios y la vigilancia a los “piantadinos” que suelen registrar la entrada a las 7 y salir a deambular por los cafés o las calles hasta las 13.
Sin embargo, sus controles están demostrando una enorme deficiencia cuando se trata de exigir a los camaristas y jueces que cumplan horarios. Si sus magistrados llegan entre las 10,30 y las 11 de la mañana y se retiran a las 13, no se sabe cómo va a hacer Llugdar para atenuar la mora judicial de los tribunales santiagueños como para su gestión sea recordada como “eficaz” en el servicio de justicia.
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