Imperdible
carta del
padre Roberto Murall, el cura villero de Santiago del Estero (párroco de Pozo
Hondo), echado por el obispo Polti.
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Estimados
curas de Santiago del Estero.
Con
algunos de ustedes, tengo más afinidad, con otros menos, pero de todos me
siento hermano.
Quiero
contarles que estoy perplejo por lo ocurrido en el obispado.
Me
citó el obispo Polti y me dijo que me vaya de la diócesis. Que mi tiempo aquí
estaba terminado.
Por
supuesto, imaginarán mi desorientación frente a un alguien que me decía
semejante cosa como si nada le pasara. Les aseguro que me costó escuchar alguna
razón que le dé “razón” a esta decisión que toma un hombre que no me conoce,
que no hizo nunca una visita pastoral a las parroquias donde estuve ni me
dedicó tiempo a saber cómo vivo o qué pienso ni mucho menos a contarme de su
vida.
Desde
su más absoluta unilateralidad decidió que “mi tiempo estaba terminado en esta
diócesis”. Es decir mis afectos, la misión, mi amor por Santiago, mi familia
que construí en estos 14 años. Punto.
Pensar
distinto a Opus
Como
sabemos de su obsesión por el cumplimiento del Código Canónico, la respuesta
que me dio rondó insistentemente en torno al contrato y a razones canónicas, e
incluso puso en duda mi honorabilidad preguntándose “por qué será que nunca te
han incardinado…”, lo cual confirma que este señor no entendió que hace 14 años
decidí, con la aceptación del obispo anterior vivir una “misión” desde una
diócesis generosa a una diócesis hermana y necesitada de curas. De allí que
siempre opté por estar en el campo donde entendí que mi opción por los pobres
se hace cotidiana.
Por
supuesto que tengo claro que a Polti no le molesta un contrato que
misteriosamente se termina “hoy”, sino que como su ideología del Opus no
coincide con la mía le molestó siempre mi modo de expresarme, de escribir y de
hacer pública mi opción cristiana, que incluye un modo de mirar la vida de
nuestro país, de sus procesos políticos y por eso entiendo que es una fe que se
encarna en esta tierra con estos conflictos por los que vale la pena luchar
(que bien saben Uds. lo obsesionan).
La
cosa lo superó cuando hicimos pública (y que yo firmara) la carta que el 11 de
noviembre último presentamos los “curas en la Opción por los Pobres” (grupo que
incluye curas de todo el país, al que pertenezco hace muchos años y del que soy
secretario de la coordinación) donde, con toda responsabilidad por la fe que
profesamos adultos y libres, para lo cual nos liberó Cristo, expresamos nuestro
disenso con varios sectores de la realidad política económica y eclesiástica en
torno a la carta en la que los obispos de la Argentina expresaron su mirada del
acontecer nacional (texto
completohttp://www.eclesia.info/portal/regionales/241-carta-al-pueblo-de-dios-de-los-obispos.html).
El
grupo de Curas Opp nos sentimos movidos a decir una palabra al Pueblo de Dios
con el que vivimos y nos escuchan hablar desde el Evangelio en el que creemos.
La carta (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-207580-2012-11-11.html) se
publicó en los medios o pueden leerla completa en nuestra página de Opp
(http://www.curasopp.com.ar/).
“Tu
carta genera división en la iglesia” dijo Polti. “Y nosotros hemos recibido una
verdad intocable que NO debemos abrir” siguió, confundiéndome más aún.
Esta
molestia me la expresó claramente (como suele clarificar las cosas el obispo
Polti…). A lo cual le respondí preguntando “¿no cree Ud. que genera real
división en la iglesia que algunos obispos hayan escondido delitos como la tortura
y el robo de bebes, e incluso le den la comunión actualmente a un genocida que
no se arrepiente?”. Como suele suceder, su respuesta siempre estuvo mezclada
con el silencio y la voz tan baja que es imposible comprender algún atisbo de
respuesta racional. Pero se le escapó un “eso no se puede probar” dándome
muestras de que el estilo oscurantista supera el deseo de buscar la verdad.
Quiero
creer que otra respuesta nuestra, esta vez a la carta que los obispos
escribieron para Navidad (en la primera semana de noviembre) donde hacen una
lectura de la realidad, más compatible con los tristes tiempos del 2001 que con
estos que corren, y curiosamente a horas del famoso 7D, alentando una mirada
coherente con la postura de los monopolios anti ley de medios (ambas están
enhttp://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-208891-2012-11-30.html) debe haber
ahondado esta decisión.
El
silencio de Polti
Quiero
decir (creo que lo saben) que siempre expresé mis pensamientos con la misma
libertad, creyendo que es el modo de relacionarme. Siempre creí en valor del
disenso y en el diálogo constructivo, aunque en este tema me siento deudor con
algunos de ustedes. Y siempre recibí desde el obispado en esta última gestión,
la misma respuesta. El silencio.
No
alcanzando con esto, sacó a la luz que en mi actividad pastoral (de la que me
agradece y reza por mi ¿¿¿???) no cumplo con los sacramentos como los pide la
iglesia. Dar la comunión en la mano, la comunión a los no casados (¿?), mi modo
de confesar a los chicos de catequesis a la que él llama absoluciones masivas.
Tengo respuesta para esto, pero me da un poco de vergüenza faltarles el
respeto, queridos hermanos. Si la necesitan, pídanmela por favor.
En
un momento destacó mi presencia en el acompañamiento de los campesinos “del Mocase
creo…”, (en la parroquia comenzamos con una añorada mesa de tierra parroquial
para acompañarlos en sus conflictos y ayudarlos a encontrar soluciones
comunitarias), y apuntó “pero tendrías que dejar un poco de las cosas civiles
de ellos y preocuparte porque comulguen y se confiesen”. (¡¡!!) De todas estas
cosas, utiliza el “dicen” “algunas personas me cuentan” y la verdad que siempre
entendí que entre adultos las cosas se dicen y se arreglan como adultos, de
frente. Y esto es muy infantil…
“Aquí
se viene a dar la vida”
La parroquia de Pozo Hondo, donde trabajaba el sacerdote Murall. |
De
todo esto que me señaló, le pedí me lo escriba fundamentando. Su respuesta
fue que NO lo va a hacer. Que le pida a mi obispo la explicación (¿¿??). “Que
él tiene la “gracia episcopal” (así me lo expresó) para decidir con claridad mi
destino inmediato fuera de este lugar. Así es el modo de este obispado. Las
cosas se
dicen
(bajito), pero no se refrendan.
Yo,
como muchos otros, levantamos la mano en las reuniones para decir lo que
pensamos, escribimos mails para expresarnos, ponemos la cara junto con nuestras
palabras.
“La
formalidad es una pantalla suya. Seamos honestos” le dije. “A Ud. No le cambia
si el contrato terminó. Firmemos otro, como hago desde hace 14 años. Si mi
intención siempre fue seguir al servicio de estas comunidades”. Él siempre tuvo
la presunción de continuidad de mi servicio pastoral y nunca expresó (nunca) su
disconformidad, incluso cuando habiéndome dicho que me hacía párroco de Pozo
Hondo (marzo 2011), un minuto antes de entrar a la misa de toma de posesión,
Torrado me avisa que Polti decidió que NO me hacía párroco sino “administrador
parroquial”. Al principio no entendí, aunque muchos me alertaron. Ahora
entiendo, todo estaba planeado.
Sus
palabras finales: “Anda buscándote una diócesis”… “conviene que te vayas para
que la iglesia en Santiago esté más tranquila cuando venga el próximo obispo”
(¿¿??). Pero resulta que nunca pensé en irme y mucho menos de esta manera.
Porque yo llegué a esta diócesis en febrero de 1999 y la hice parte de mi vida.
Aquí crecí como cura y así lo vivo, aquí está mi tierra, mi familia, mis hermanos.
Entiendo
al revés las cosas. Ellos están de paso, no el clero.
O
vivimos como dice el código, o vivimos (como intentamos muchos curas), con la
gente y según el evangelio de Jesús. Yo ya opté, con todos mis pecados a
cuestas…
Hermanos.
Estoy muy dolido. Esta Iglesia a la que vine a vivir me recibió y me enseñó en
la herencia de Sueldo y de Maccarone que aquí no se jode. Que aquí se viene a
dar la vida… y me lo expresaron muchos de ustedes con su testimonio, con su
acompañamiento.
Siento
que choqué frente a un paredón de irracionalidad, perdón, cemento armado, y aun
no tomo conciencia de las consecuencias pastorales y humanas que esto pueda
tener en mi y en nuestras comunidades a las que temo también vengan a poner en
orden como de costumbre.
Los
saludo con mucha tristeza añorando otra iglesia.
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