Aumenta
la preocupación de sacerdotes contra la decisión del obispo Polti de “echar” al
cura Roberto Murall, que trabajaba por los pobres.
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Las Comunidades Eclesiales de base, tanto de Capital como
del interior nos reunimos en la parroquia Virgen del Valle para dialogar,
reflexionar sobre los sucesos acontecidos en nuestra diócesis los últimos días,
y que tiene como actor principal a un sacerdote muy querido y respetado en las
CEBs como lo es el Padre Roberto Murall. A raíz de este dialogo nos surge un
interrogante: ¿que está pasando en nuestra querida diócesis?
Esta pregunta surge por diferentes inquietudes y dolores,
ya que no podemos ni queremos callar lo que nos duele.
Nos duele la carencia de sacerdotes que trabajen en
nuestra diócesis, pero no nos referimos a cantidad sino que nos referimos a
aquellos que trabajen por la construcción del reino y justicia y que asuman un
compromiso evangélico ante las distintas situaciones de conflictos
ético-sociales que se presentan en nuestra realidad santiagueña.
Nos duele que en nuestra iglesia se pregone la inclusión,
misericordia y contemplación pero nos damos cuenta ante estos hechos, que se
practica la exclusión y sobretodo de aquel que “piensa distinto”
Jesús se encarnó entre los más pobres, convivió con
ellos, los hizo sus amigos y amigas, y nosotros como Comunidades Eclesiales de
Base nos preguntamos cuantos sacerdotes más tienen una opción preferencial por
los pobres, creemos que no solo es permanecer en el campo, sino hacerse carne
del dolor que sufren los hermanos marginados y excluidos de nuestra sociedad,
concretando el evangelio en acción, buscando acciones liberadoras, llevando y
compartiendo la Buena Nueva de Jesús.
Nos duele que no llevemos a la practica la interpretación
del Concilio Vaticano II, que toda la Iglesia somos Pueblo de Dios, sin
importar clase social, cultura, generación, sexo, sin distinción entre
jerarquía y laicado, conscientes de que cada uno ejerce su función, ya que esta
figura rompe con lo piramidal y nos habla de un pueblo que va junto con un
horizonte común: el Reino de Dios.
Por una Iglesia mejor
Nos duele la realidad santiagueña, especialmente del
interior, nos preocupa y nos llama a la reflexión (todos los campesinos que día
a día son avasallados y no se respetan sus derechos posesorios, las familias
que ante la crisis socio-económica deben juntarse, agruparse a hacer practica
de una economía social y solidaria, los jóvenes que perdieron sus horizontes y
su sentido de la vida)
Nos duele esta decisión de expulsar de la diócesis al
Padre Roberto Murall, y creemos que es muy valioso para la misma, ya que él nos
alienta, nos anima, nos guía y nos mantiene en la fidelidad al proyecto de
construir un mundo, una sociedad, un Santiago y sobre todo una iglesia mejor.
Expresamos profundamente la solidaridad con el padre
Roberto ya que somos testigos de su pastoral y de su convicción de que ser
iglesia es ser comunidad donde lo principal sea el reino de Dios con sus
valores de justicia, dignidad, inclusión, verdad, donde se apueste a la
honestidad, a la proximidad, y al compartir, donde sean actores participes los
pobres, marginados, desocupados, los sin instrucción, los sencillos y los
humildes.
Pedimos una revisión, recapacitación sobre la medida
tomada con el Padre Roberto, ante la mirada de nuestro Padre Dios, que es para
nosotros fuente de reencuentro, de perdón y reafirmación.
Somos gente sencilla, que en lugares poco importantes,
logran grandes cambios (proverbio africano).
Delegados y delegadas de comunidades eclesiales de base,
de distintas parroquias, capillas, parajes y localidades junto a sacerdotes,
religiosos y religiosas y laicos, firmamos esta carta en adhesión a nuestro
querido amigo Padre Roberto Murall.
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