Pareciera que los santiagueños vamos a concurrir a elegir diputados nacionales, el domingo, sin reaccionar como verdaderos ciudadanos frente a graves situaciones que vienen ocurriendo en la provincia, de la mano de éste Frente Cívico que nos gobierna.
La alianza gobernante propone la reelección de dos dirigentes (Daniel Brué y Cristian Oliva) que durante cuatro años no abrieron la boca para defender al “pueblo de Santiago del Estero”, para lo cual fueron elegidos en el 2005.
¿Para qué se los postula por otros cuatro años? ¿Es una burla? ¿Es una subestimación a la gente?
El gobernador Gerardo Zamora se ha puesto al frente de la campaña pre-electoral y se prepara, según sus íntimos, a darle un alegró al kirchnerismo con una victoria en todos los circuitos electorales de la provincia; aunque parece que peligra la tercera banca, la que podría ser ocupada por una de las fracciones opositoras (“Chabay” Ruiz o José Zavalía).
El gobernador se expone y, por tanto, merece, entonces, entrar en su juego y poner en la balanza su gestión que transita por el quinto año. Esto significa echar una mirada responsable en los hechos gravísimos que conmovieron a la provincia, al país y hasta al mundo.
Veamos, a la hora de emitir el voto, el ciudadano y la ciudadana tienen el deber de recordar lo que viene ocurriendo en el “Nuevo Santiago”. Por ejemplo, preguntarse por el resultado de las investigaciones sobre los 39 presos que fueron asesinados en la Cárcel Pública de Varones; averiguar por los policías y el juez que citaron, torturaron y mataron al empleado Raúl Domínguez de la dirección general de Rentas por atreverse a denunciar la existencia de timbradoras apócrifas que perpetraron millonarias estafas contra el fisco; preocuparse por los padres de los quince niños que murieron al ser sometidos coercitivamente al experimento de una vacuna de un laboratorio extranjero que pagó abultados honorarios a médicos del hospital de Niños; intentar escudriñar cuál sigue siendo la causa por la que nuestros jueces y camaristas del fuero Penal se mantienen en comisión y, entre otros temas, interrogar por qué ningún funcionario de este gobierno cumple con el precepto constitucional (artículo 8 de la Constitución provincial) de la publicidad de los actos de gobierno.
También el ciudadano y la ciudadana tienen que asombrarse por la ausencia absoluta de los obispos de la Iglesia Católica de Santiago del Estero, de los curas de la Pastoral Social, de los medios nacionales (como Crónica o TN) y de los analistas renombrados (locales y foráneos), que hace seis años se unieron para derribar al entonces gobierno provincial acusándolo de violador de los derechos humanos (por el doble crimen de La Dársena) y por mantener una administración sin calidad institucional, sin Estado de Derecho y sin la división de los poderes públicos.
Cayó Mercedes Marina Aragonés de Juárez, hay que recordar, acusada de “apañar” a los autores del doble crimen de La Dársena y por “aferrarse” a la suma del poder público.
Hoy, a cinco años del actual gobierno del Frente Cívico, ¿qué habrá que hacer para conmover a los campeones de la democracia y la institucionalidad (de Santiago y foráneos), para que ayuden a los ciudadanos comunes a saber quién mandó a fusilar a los presos de la cárcel, a torturar y descuartizar al empleado Domínguez, a matar niños indefensor con una vacuna experimental, etc.?
Por ello, hay que ir a votar. Masivamente, pero con la obligación y el deber de no permitir que se siga escondiendo la basura debajo de la alfombra. El voto es la única herramienta que tienen el hombre y la mujer común para premiar o castigar, alternativamente, a los gobiernos excelente y a los malos administradores.
El domingo, con el voto, por ejemplo, podríamos ayudar a esclarecer las execrables muertes que han ocurrido en nuestra provincia en los últimos cinco años, y a exigir también que quienes nos gobiernan aprendan a administrar la cosa pública con honradez y a convivir en una verdadera democracia con jueces independientes, una Legislatura que controle y dicte leyes a favor de la comunidad y una plena libertad de prensa y de expresión.
Por todo ello, ¡santiagueños, a avanzar!
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