El santiagueño no se olvida del crimen de Raúl Domínguez. |
Claro que corresponde decir que la policía y la justicia hicieron lo que correspondía con este colaborador del ministro zamorista, con el dueño de una imprenta y con un gestor, acusados del supuesto delito de estafa. Lo que puede ser materia de debate es la falta de respuesta a los reiterados pedidos de excarcelación anticipada, si se tiene en cuenta que en otras causas (con la misma calificativa legal), se otorga el beneficio de la libertad a los imputados.
Por ello llama la atención el celo de los jueces del zamorismo sólo por perseguir a los perejiles que buscan lucrar uno o dos pesos en torno a Rentas, mientras se cumplieron tres años del asesinato de Raúl Domínguez, el único que como empleado del ente recaudador se animó a denunciar a los poderosos que se beneficiaron con los timbrados apócrifos, sin que se avanzara un ápice en la investigación.
Por qué será que el gobierno de Gerardo Zamora (Poder Ejecutivo y Poder Judicial) ha decidido ocultar o paralizar el “caso Domínguez”. Ya no hay dudas de que se está tratando de “tapar” a los funcionarios, a los empresarios y a los comerciantes que usufructuaron de este perverso sistema de los timbrados apócrifos. A ellos los denunció Domínguez en su cuarta declaración en Delitos Económicos.
Este expediente no avanza un paso, a más de tres años del crimen, y a pesar de que toda la ciudadanía conoce detalles de lo que le ocurrió al honesto y buen empleado de Rentas, como fue Domínguez.
Vale la pena recordarlos. El empleado fue llevado compulsivamente por los jerarcas de Delitos Económicos a formular su cuarta declaración testimonial y, ante tanto asedio y acoso policial, decidió destapar la olla y dar nombres de los funcionarios y de los fuertes empresarios que estafaron al erario público. El jefe policial que investigaba el affaire consultó al entonces juez del Crimen Juan Jorge y, ambos, decidieron “apretar” a Domínguez mediante tormentos y torturas con el propósito de se rectifique y no mencione a empresarios y funcionarios zamoristas. La negativa del valiente Domínguez le costó la muerte. Luego de varios días su cuerpo apareció descuartizado en un baldío cercano a su domicilio.
El gobierno zamorista compró a los abogados de la familia de Domínguez, trasladó a los policías que torturaron al empleado de Rentas, e instruyó a los jueces a “olvidarse del caso”.
Sin embargo, el santiagueño reclama justicia y no se olvida de Domínguez. Lo que no comprende Zamora y sus “asesores” es que han equivocado el rumbo en esta delicada cuestión. Guardarse el expediente y no mandar presos a los autores del crimen no hace otra cosa que degradar y corroer, lentamente y sin pausa, al gobierno provincial.
1 comentario:
Y lo de la publicidad en que quedo?
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