Por Roberto Azaretto
Uno de los fenómenos de los tiempos en que vivimos es el incremento de la violencia, No se trata de fenómenos de lucha ideológica como se vivió desde mediados de los sesenta, a fines de los setenta, en ese mundo bipolar del siglo pasado.
En esos tiempos tenia vigencia la idea de la revolución, no sólo en los países, entonces llamados periféricos, sino también en los centros del poder mundial de la época. La violencia racial en los Estados Unidos, las brigadas rojas en Alemania e Italia, el Mayo francés.
Tal vez la posesión del armamento nuclear por parte de las dos superpotencias rivales de ese momento, impedía una guerra en gran escala. La guerra se libraba de otra manera, en otros escenarios de baja intensidad.
Hoy hay una creciente violencia urbana, que algunos estudiosos han definido como la guerra molecular, que no tiene nada que ver con las ideologías ni con la acción de determinadas potencias. Son temas internos, pero coincidentes en el mundo y donde los hechos más violentos son protagonizados por los jóvenes, cada vez más jóvenes, valga la redundancia.
Por supuesto que las generaciones de más edad tienen su cuota de responsabilidad. La reaparición de fundamentalismos y fanatismo religiosos, el aferramiento a posiciones y posturas anacrónicas, justificables o compresibles en el siglo anterior pero con certezas que dejaron de ser tales con la caída del muro de Berlín y el estruendoso fracaso del marxismo.
Internet es un espacio donde muchas de esas expresiones de rencor, odio, fanatismo se observan cotidianamente.
Lo más grave es cuando desde el poder se genera la crispación. En Hispanoamérica la democracia recuperada casi simultáneamente en los ochenta, está amenazada. Hablamos de democracia en serio no de las dictaduras electivas. ¿se puede decir que hay democracia en Venezuela?, ¿qué es sólida, en Ecuador o en Bolivia?
En nuestro país cada vez se amenaza más la libertad prensa y se fomenta la división entre los argentinos, pues no se tolera el derecho a discrepar.
En los Estados Unidos ciertos sectores fundamentalistas y de nostálgicos de la guerra fría, incluida la ex candidata a vicepresidenta Sarah Palin, han fomentado el odio, ante los cambios no de Obama sino a los propios del siglo nuevo, de la crisis de los paradigmas de la postguerra y de los que la elección del presidente demócrata son su consecuencia.
Por eso merece leerse y aprender del discurso del presidente de los Estados unidos luego que la acción de un loco solitario o el fruto de la prédica del odio provocaran los asesinatos de Tucson.
Aquí el discurso agresivo parte del gobierno pero lo peor es la acción, como la negativa a cumplir con los fallos de la Justicia, el amparo a la corrupción o la falta de respeto al Congreso, a su mayoría circunstancial y a sus facultades como representantes del pueblo, el bloqueo a las plantas impresoras de los diarios independientes.
El problema de la violencia urbana es peligroso en toda sociedad. En la Argentina de hoy es más grave por el fin de la esperanza de la movilidad social ascendente. Hay u n tercio de la población cuyas posibilidades de ascenso son casi nulas, por sus condiciones de vida y la desaparición de una educación de calidad igualitaria para todos los argentinos.
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