Por Roberto Azaretto.
Tanta repercusión tuvo la declaración del ministro Béliz, que el entonces presidente Néstor Kirchner en su única referencia al tema de las drogas desde entonces hasta su muerte, ante la requisitoria periodística, señaló que el narcotráfico era un problema para la democracia.
Por cierto suspendió la contratación de los Estados Unidos del equipamiento para radarizar el país, necesario para darle seguridad al tráfico aéreo, como para combatir la entrada en nuestro espacio aéreo de los aviones que transportan drogas. El argumento era que se construirían en el país, uno de los tantos anuncios que no se concretaron.
Hoy el espacio aéreo es peligroso en el tráfico internacional y de cabotaje como en el incremento que ha tenido el narcotráfico en nuestro país.
Chaco, Formosa y Santiago
El diputado nacional Ulrrich ha denunciado que el Chaco y Formosa son provincias que se están apareciendo a Mexico y Colombia. Le faltó mencionar a Santiago del Estero, donde hay gran cantidad de pistas clandestinas donde dejan la droga que circulan con total impunidad por las rutas de la provincia, tema que viene de lejos pero que se agrava ante la indiferencia de las autoridades y la complicidad de otros.
El narcotráfico como otros delitos graves como la piratería del asfalto o el escándalo de los medicamentos truchos. Son posibles en la medida que cuentan con la protección de parte del poder político, de la justicia y de las fuerzas de seguridad.
¿Se puede combatir el delito con jueces federales como Ángel Toledo ? ¿O cuando se asciende en la policía provincial a más cien personajes que están procesados?
Las patotas mafiosas del señor Moyano impiden la salida normal de los diarios de Buenos Aires sin que ningún fiscal lo haya denunciado, cuando se trata de un delito penado con uno a tres años de prisión.
El tema de los medicamentos truchos afecta también a la provincia, entre los que los comercian hay cómplices del ex intendente Alegre. Por ello, ¿por qué es el único imputado? ¿Dónde están los cómplices? Unos en la intendencia de la ciudad, y otros siguen como proveedores del estado y exhibiendo obscenamente sus riquezas mal habidas.
El jefe de gabinete nacional dijo que no teníamos problemas de drogas “ sólo somos un país de tránsito”. Esa imbecilidad la escuché hace cuarenta años. Hoy somos un país de alto consumo pero ser un país de tránsito significa que carecemos de equipos para impedirlo y que nuestros sistemas de seguridad están infiltrados por la delincuencia.
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