Daniel, el hermano del gobernador, fracasó en su intento de presidir el Concejo Deliberante de la Capital. |
Sin un voto, pero queriendo hacer valer su parentesco con Gerardo, primero soñaba con ser candidato a intendente de La Capital, tras el escándalo del radical-zamorista Julio Alegre. Se sabe que por presiones de la madre, el gobernador optó por candidatearlo a concejal a sabiendas que era demasiado premio y una afrenta a muchos militantes con mayor antigüedad y mejores méritos que su hermano.
Luego decía que iba comprar un helicóptero para recorrer la provincia y presentarse como candidato a diputado nacional, por fuera del Frente Cívico. Cuando se enteró, Gerardo amenazó con mandarlo a la casa, por lo que DZ (como se hace llamar) nuevamente naufragó en el mar inmenso de su alocada imaginación.
De todos modos, desde el cargo de concejal, insiste en su plan de pisotear a todos y llegar, por ahora, a conducir la Intendencia de la Capital. Confía en su condición de “nuevo rico” y con ella persiste y empuja.
Por ello, desde hace varios meses vino planificando otro zarpazo: buscó votos de sus colegas concejales para que lo eligieran presidente del Concejo Deliberante de la Capital. Se llevó una sorpresa porque en las consultas y reuniones previas a la sesión de elección no logró la adhesión que esperaba.
Apretó, presionó y amenazó, pero no logró su propósito. Se hizo el loquito, culpó y hasta echó maldiciones y amenazas al intendente Hugo “Lito” Infante. Se equivocó, porque fue su hermano, el gobernador, el que dio el nombre de las personas que ocuparán los principales cargos del Legislativo capitalino durante el período 2012.
Finalmente, tragó bronca y tuvo que “proponer” la reelección del contador Juan Manuel Beltramino.
Toda esta serie de tropezones obligan a Daniel Zamora a que busque asesores que lo ilustren y le enseñen algunas cuestiones elementales para que aprenda a respetar títulos, pergaminos y trayectoria, y no atropellar a los demás por portación de apellido.
Luego, en una segunda etapa, ese “equipo de asesores” podría ilustrarlo debidamente sobre quién es quién en la política de Capital y de la provincia. Recién podrá entender qué clase de persona es Beltramino, y los quilates que tiene como técnico, catedrático y hombre público.
Sólo un atolondrado podría soñarse que Gerardo o cualquier otro dudarían entre confirmar al “Nene” como presidente del Concejo Deliberante o aceptar los caprichitos de personajes como DZ.
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