sábado, 18 de abril de 2009

La política en tiempos del dengue



Por Miguel A. Brevetta Rodríguez
 
Están pasando cosas insólitas en esta Argentina desconocida. ¿Adelantar las elecciones por única vez? ¿Por qué? Docenas de respuestas de los más variados matices responden el interrogante, pero nada es coherente. Dicen por ahí que se benefician los que están en el poder. No lo creo.
 
Vivimos en un sistema democrático anémico. Le faltan muchos ingredientes para fortalecerlo y lo poco de rescatable que le queda, se empeñan en vulnerarlo. No deben agredirse a los sistemas que son los que indican las reglas del juego. Sencillamente, porque se debilita la credibilidad.
 
Muchos se preguntan. ¿Por qué arremeter en contra de la democracia con ocurrencias torpes, impuestas mediante fórceps? ¿Hasta cuándo se puede tirar de la cuerda, sin que ésta llegue a cortarse? ¿Cuándo se reconocerá que el Poder transita de mano en mano y que debe transmitirse de tiempo en tiempo?
 
Nos cansamos de repetir que no se puede gobernar mediante comando doble, es inadmisible y además inconcebible que nuestro ordenamiento jurídico sea apuesto a prueba, como si se tratase de un  laboratorio de ensayos. ¿Qué la ley lo permite? Puede ser, pero a veces la ética y la moral lo combate, oponiéndose a todas luces, cuando se argumentan que se puede vivir con libertades prestadas.
 
¿Qué es ese invento  de “candidatos testimoniales”? De mover la costosa maquinaria estatal que implica el acto eleccionario, para después hacerle “pito-catalán” a los electores, renunciar al cargo para el que fueron electos, permitir que asuman los de la cola de la lista sabana, volver a retomar la función inconclusa e interrumpida a destajo, por el solo hecho de fraccionar voluntades para el regocijo y la permanencia de uno.
 
Algo está pasando en la Argentina, pero nadie se da cuenta, al menos eso es lo que parece. Hace más de 20 años que en Santiago del Estero existen programas nacionales para combatir el dengue, pero nunca se llevó a cabo un operativo serio destinado a prevenir como es debido los efectos de su propagación. Con tibios anuncios de su existencia, no se combaten los males. Nada se puede desde la actitud de un tibio.
 
Pero ya es tarde, el enemigo convive con nosotros y lentamente nos está atacando, pero según aparece, mucho no importa todavía. No hay ningún centro de atención en donde analicen con certeza, si fuimos atacados por el insecto silencioso y contrajimos el mal ¿Qué estamos esperando? ¿La pandemia?
 
En la Cámara de Senadores de la Nación tenemos tres representantes de la provincia. ¿Qué hacen? Ni se inmutaron cuando sonó un teléfono dando la orden de levantar la sesión en el justo momento en que se trataba una ley de emergencia sanitaria. ¿Desde cuándo, en este país, se gobierna por teléfono?
 
Los que gobiernan parece que tienen su propio diario de Yrigoyen. ¿Se quedaron en el tiempo? Estas no son las épocas  de “tirar manteca al techo”, alguien debe avisarles, que estamos transitando los tiempos del dengue. Con los mismos problemas de antes, algunas tonteras nuevas y los mismos “salvadores de la patria”, hoy devenidos candidatos testimoniales, un poco menos para la risa y más para la lágrima.
 
Hay que cambiar los cuadros dirigenciales que son los deficitarios, dejando al sistema en donde debe estar. La política de la truchada no acarrea beneficios de ninguna especie, tampoco sirven los candidatos truchos.
 
Dicen que los mosquitos no pican cuando están “llenos” a excepción de nuestros candidatos-mosquitos que desde que se instauró la democracia llenaron sus alforjas, pero siguen picando, porque siempre quieren más.

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