lunes, 13 de abril de 2009

Perlitas de Pato, el propuesto por Daives


Marcelo David Pato es el jefe de policía de la provincia que fue confirmado por el gobernador Gerardo Zamora, quien asumió su segundo mandato.

Cuando en la fuerza se esperaba un nuevo aire que asomara por la jefatura, el primer mandatario sorprendió al darle continuidad a Pato que ya lleva unos tres años en el cargo.

Mucha agua y muchas piedras corrieron bajo el puente de este hombre que desembarcó allá en pleno acuertelamiento policial de la mano del ministro de Justicia, Ricardo Daives, con el objetivo de devolverle la paz a la fuerza ya que los ánimos estaban demasiado caldeados. 

Algunos aseguran que el actual jefe de policía tuvo algo que ver en la revuelta policial ya que un hombre de su riñón se encontraba de guardia en el Comando Radioeléctrico la madrugada en que fue tomada la jefatura, en el corazón del microcentro capitalino y fue el encargado de entregar la sala a los acuartelados. Este discípulo es Ramón Silva, un policía que había pasado sin pena ni gloria en la institución hasta que asumió Pato. En estos casi tres años de su gestión lo ascendió tres veces, tal vez por aquella patriada que terminó derrocando al comisario general Augusto Tejeda.

Marcelo Pato también había permanecido en la policía sin pena ni gloria. Estuvo en la ciudad de Añatuya durante mucho tiempo y luego desembarcó en la Escuela de Policía, donde estuvo casi la otra mitad de su carrera; hoy considerada exitosa por seguidores y detractores.

Conocido por su labia y sus frases rimbombantes, Marcelo David se adueñó del despacho del jefe de la policía. Desde esos días su vida cambio, su patrimonio y el de sus allegados también. Muchos aseveran que un balance en las arcas de la policía podría ser letal para “Pato y sus patitos”.

Las deudas que hoy mantiene la policía con diferentes comercios y empresas del medio son de cifras más que importantes. “La jefatura tiene cero crédito y sus cuentas están en rojo”, contó un ex discípulo del máximo.

El jefe de policía, rápido en reflejos, le entregó la remodelación del actual edificio de la jefatura a su cuñado de apellido Zurita. Un albañil (hoy empresario de la construcción) que pasó de un modesto autito a una Meriva 0 km. 

Otro de los grandes negociados de la gestión de Pato son los servicios adicionales. Un negocio que les cierra redondo pues cubren puestos en eventos relevantes con jóvenes policías que creen que están cumpliendo con su horario de trabajo pero por detrás “el cobrador” pasa por ventanilla para recibir una suma de dinero que se reparte siempre arriba. Algunos recuerdan la sonrisa de oreja a oreja de un comisario inspector al salir de la oficina del dueño de una bailanta tras haber percibido el dinero de los adicionales.

También está la chicana. Si el empresario no paga el adicional que le ofrecen se monta un operativo vehicular -con alcoholemia incluido- a metros del evento. Fracaso asegurado del bailantero.

Hasta aquí solo perlitas de una gestión que para la gilada tuvo como objetivo reorganizar los cuadros de la policías, crear el departamento de educación física, la dirección de planeamiento, la colocación de camaritas (que en su mayoría no funcionan) y que omitieron poner en la zona bancaria, y que a la sala del Comando se ingresaría a través de la lectura de la huella dactilar (tamaña mentira que sólo se la tragó el gobernador de la provincia cuando inauguró la misma).

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