El obispo de Santiago del Estero, monseñor Francisco Polti, y el auxiliar, monseñor Ariel Torrado Mosconi, destacaron en su mensaje pascual que “todos estamos llamados a ser ministros del consuelo de Dios en esta Pascua”, porque, precisaron, “se trata de un consuelo que es a la vez redentor y liberador, que nos lleva a tocar con realismo los estigmas y las heridas del hombre y la mujer de nuestro pueblo santiagueño, para sanarlas y transformarlas con la fuerza salvadora de Cristo Resucitado”.
Los prelados pidieron a los sacerdotes “reavivar la gracia recibida en el día de la ordenación para llevar el consuelo de Dios que brota del encuentro con Cristo en la Eucaristía. La vida del sacerdote ha de ser una Eucaristía prolongada, hecha existencia oblativa y sacrificial. Es en este encuentro cotidiano donde el sacerdote recibe la gracia para poder consolar con el consuelo que él mismo ha recibido de Dios. Y es desde allí donde el sacerdote saca la medicina para sanar el dolor de nuestro pueblo, ungiendo con el bálsamo de la misericordia de Dios todo sufrimiento humano. No dudemos, Cristo Resucitado es nuestro consuelo, porque la Cruz nos lleva a la Resurrección”.
Invitaron a las familias, a “llevar el consuelo de Dios a sus hogares sanando las heridas producidas por la discordia, la frustración, la falta de trabajo y la pobreza. No se angustien, Cristo Resucitado nos trae el amor y la justicia”.
Asimismo, exhortaron a los ancianos a “llevar el consuelo de la sabiduría de la vida, de la memoria viva de la simple riqueza de la cultura santiagueña y del testimonio de la fortaleza de un pueblo que espera contra toda esperanza. No bajen los brazos, Cristo Resucitado renueva nuestra fuerza”.
En cambio, a los jóvenes les pidieron “consolar a nuestro pueblo transmitiendo con el esfuerzo del estudio y el entusiasmo de sus proyectos e ideales la alegría de que es posible un futuro mejor. No se dejen engañar con la seducción del facilismo y el indiferentismo, ni con la fantasía vertiginosa de la droga y el alcohol. Cristo Resucitado es nuestro futuro, nuestra esperanza”.
Tras invitar a los niños a “llenarnos de consuelo con la ternura de su amor para que su presencia nos interpele para dejarles un Santiago y una Argentina mejor, con educación y oportunidades para todos. No tengan miedo, Cristo Resucitado es nuestra alegría”, convocaron a los laicos a “llevar el consuelo a nuestro Santiago y a toda la Argentina ya cercana al bicentenario, tan necesitada de trabajo y esfuerzo tenaz, comprometiéndose a construir el Reino de Dios en todas las realidades temporales: cultura, justicia, salud, educación, economía y en cada ámbito de nuestra sociedad. No pierdan la confianza, Cristo Resucitado es nuestra justicia”.
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