Por Jorge Héctor Santos, en Urgente 24.
Sería ingenuo pensar que a la gente no le interese el bolsillo, pero resulta altamente peligroso que una sociedad carezca de otros intereses, a la hora de votar. |
Sí, cabe resaltar que a esta clientela electoral, el autoritario desaparecido, Néstor Kirchner, y su marketinera viuda, la reina Cristina, la han elevado y lo siguen haciendo a niveles pocas veces visto con planes de subsidios para todos los gustos.
Vale decir que buena parte de los votantes del país llevan a la urna la boleta del oficialismo que los compra, que los denigra; aunque para que exista un comprador debe existir un vendedor de su propia honra.
A la hora de evaluar tan indigna conducta, los más necesitados tienen atenuantes; por un lado su extrema necesidad y por el otro que a muchos de ellos les falta también algo, tan esencial, como es la educación.
Pero este clientelismo no es el único.
Existe desgraciadamente también una gran parte de la población que a la hora de votar, y teniendo poder de discriminación y educación suficiente para poder analizar el país en qué viven y el que heredarán sus hijos, votan de acuerdo a las conveniencias del bolsillo.
El mejor testimonio de este en la historia reciente es el famoso cacerolazo que movilizó como nunca a la población en épocas del corralito.
Si el saquillo prevalece sobre todos los otros valores esenciales sobre los que se debe desenvolver la sociedad, no es extraño que la misma se encuentre sumergida en la crisis de valores más grande de su historia.
Sin dudas este es uno de los factores determinantes que imposibilita el despegue de un país con un potencial enorme pero desperdiciado por el voto ciertamente abyecto y pseudo clientelar de una enorme mayoría que parece ajena pero es muy responsable de la decadencia nacional.
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