El fiscal de Estado de Zamora aspira a hacer méritos, persiguiendo a los periodistas de los sitios web independientes. |
Gerardo Zamora, convertido en déspota de “siete suelas”, ha igualado o superado a los coroneles de la dictadura criminal y controla a todos y cada uno de los medios como si fuera dueño de ellos, a través de su jefe de Gabinete, Elías “Sugus” Suárez, a pesar de ser el funcionario más deteriorado por innumerables maniobras irregulares y delictivas que todo el pueblo conoce, y que lo han convertido en uno de los “nuevos ricos” del “nuevo Santiago”.
Medios alternativos
La web, se convierte, entonces, en la caja de resonancia de todas aquellas personas valientes a las que todos los poderes públicos y de decisión (sumado al “cuarto poder”, la prensa), les cierran todos los caminos y los medios para expresarse, denunciar, etc.
El pueblo apenas tiene voz en los sitios web.
Ya advirtieron Zamora y sus socios que no se puede comprar a varios sitios web independientes. Mandó “operadores” de toda laya y no hubo caso, porque algunas “páginas de internet” se niegan a “arreglar” con un régimen definido por propios y ajenos como el “más corrupto” de la historia de Santiago del Estero.
Ante esta intransigencia, “Zamorita” (y eso que ostenta el título de abogado), está buscando alguna represalia a los medios de la web.
Encomendó al fiscal de Estado que busque la forma de neutralizar a los “medios alternativos opositores”.
El fiscal de Estado encargó la ingeniería a uno de sus abogados preferidos a quien le Testimonio de Poder concedió poder a fin de que comience a hostigar y perseguir a los sitios web.
No han advertido ni Zamora ni sus cerebros cercanos, que estos “técnicos” a los que quiere introducir en la “persecuta” a la prensa independiente, son los mismos personajes que vienen actuando en Fiscalía de Estado desde hace muchos años y son severamente sospechados al no objetar contrataciones ilícitas (directas) por montos millonarios destinadas a llenar los bolsillos de los amigos del gobierno. Son los mismos “abogados de la provincia” que le rendían culto al “doctor” y a “la señora”.
Encima, “defendiendo” al Estado provincial resultaron imputados y procesados por el juzgado Federal del juez Ballesteros, de la Capital Federal, por defraudación al Estado Nacional, a raíz de la escandalosa causa o affaire del gasoil.
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