Dos abogados. Dos políticos de cuna. Uno radical, el otro peronista. Son los flamantes diputados provinciales José Luis Zavalía y Francisco Alberto Cavallotti (h).
Juraron el viernes y, a partir de ahí, se convirtieron en la esperanza de miles de santiagueños postergados y desesperanzados; y de tantos otros cientos que no tienen voz.
Ocurre que en nuestra provincia nunca, como ahora, se han vulnerado tantos derechos y es necesario que aparezcan legisladores valientes que sugieran el rumbo a comprovincianos que de tan mansos parecen cobardes.
José y “Pancho”, son la esperanza. La gente cree que a través de ellos la futura Legislatura va a recobrar su protagonismo y dejar de ser la pobre expresión de una “escribanía” que levanta la mano y refrenda los actos provenientes del Poder Ejecutivo.
Es necesario que los dos legisladores interpreten a los que no tienen voz y se conviertan en la oposición seria, responsable y valiente que precisa todo sistema democrático. Es hora de denunciar muchas supuestas irregularidades en el manejo de la cosa pública y mandar a la justicia a una clase de políticos que conforman el “equipo de los nuevos ricos”, porque corresponde que justifiquen, por ejemplo, la procedencia de la enorme riqueza que exponen a los cuatro vientos.
La prensa
También ha llegado el momento de poner en el banquillo a una prensa callada, sometida y prebendaria que ha olvidado que tiene que cumplir con la función esencial de informar; entendiéndose por ello el proporcionar datos de todo tipo para interés de la ciudadanía. Ese es el servicio a la comunidad de todo periodista y de toda empresa que se diga periodística.
Por supuesto, Zavalía y Cavallotti tienen conciencia del lugar en el que se metieron. Van a enfrentar a un régimen bien aceitado y cuyas pautas descienden del gobierno nacional; o sea, hacer política y ejercer el poder en base a la billetera y a la compra de voluntades.
Saben, entonces, que van a jugar solos este muy difícil partido porque aquí en Santiago son pocos los ciudadanos de verdad dispuestos a enfrentar a los encumbrados en el gobierno, a los poderosos y “nuevos ricos” y a esa nueva concepción periodística (o de la empresa periodística) que, en lugar de servir a su comunidad, ha preferido trenzarse en negocios o sociedades con los gobernantes de turno.
Esto es esencial. José y “Pancho” tienen que ir a golpear puertas en los medios serios e independientes de Buenos Aires si es que continúa la mordaza y aplastamiento de las voces opositores por parte del gobierno y de las empresas periodísticas del medio.
Es lo primordial para dos legisladores opositores. Santiago exige libertad de prensa e investigaciones serias no sólo de graves hechos como el múltiple asesinato de 39 presos de la Cárcel Pública de Varones, la estafa y defraudación en la dirección provincial de Rentas, el secuestro y asesinato del empleado denunciante Raúl Domínguez, las muertes de niños que fueron sometidos a una vacuna experimental en el hospital de Niños o en las Upas y el perverso maridaje entre jueces y policías, sino también escudriñar hasta encontrar la verdad sobre la administración de millonarios fondos públicos.
Será la única forma de que los santiagueños recobremos la esperanza en la calidad institucional que, por ahora, no la tenemos vigente en la provincia.
Por algún camino hay que empezar a construir la verdadera democracia.
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