(Nota I)
Y bueno, no le perdonaron que tuviese más del 60% de intención de voto –obvio, mucho más que Gerardo Zamora en la ciudad Capital-, y la posibilidad de su reelección en el 2010, para quedar catapultado a la carrera por la gobernación, sin tener que pedir permiso a nadie.
Por supuesto que en contra de las directiva del “gran tacuchador”, lo que le costó una tremenda “cama mediática” armada de antemano gracias a los buenos oficios del “ministro-policía” a cargo de Justicia. ¿Y Derechos Humanos?
Una amiga cercana, secretaria del segundo piso que escribe los comunicados “top secret”, me contó que hace aproximadamente unos seis meses se presentó en el despacho de Zamora, el inefable Ricardo Daives.
Llegó munido de varios diskettes y una carpeta con la desgrabación de las conversaciones que registraban los teléfonos usados por el ex intendente; fijos y celulares.
“Hicimos un cruzamiento con los secretarios más próximos y con los proveedores que más facturan al municipio”, informó Daives cuando puso en manos del gobernador el resultado de las escuchas arbitrarias e ilegales que está acostumbrado a realizar como parte de su gestión.
También me contó que el jefe (Zamora, hablamos), ni siquiera miró la prueba obtenida. Solamente llamó por teléfono diciendo a su interlocutor que el paquete estaba listo; a su entera disposición.
De ahí en más Julio Alegre quedó registrado en la oreja del ministro, hasta el mismo día de su renuncia. Ellos tenían en su poder las cintas grabadas de hasta de su respiración, en algún momento de pasión intensa.
Sus comentarios más íntimos, sus proyectos, sus juramentos del corazón y de la política, sus sueños y ambiciones y, por si fuera poco, estaba registrado -para su desgracia- lo que en realidad pensaba de Zamora y de los socios de éste.
¿Cómo se podía imaginar un funcionario full al servicio de su gestión y de sus negocios que estaba siendo perseguido hasta por los propios vigilantes que tenía contratados?
¿No sabía que sus propios custodios elaboran al final de sus jornadas de trabajo un parte diario en donde se registra, quién entraba y quién salía de su domicilio particular? No sólo eso, también se anotaban las cosas que ingresaban, los mensajes, la cadetería, las órdenes y hasta las contraórdenes.
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