Con el “caso Alegre”, están muy exaltados los de arriba (autoridades de los tres poderes provinciales). Unos amenazan, amedrentan y prometen bajar el dedo pulgar a medio mundo que vive en Santiago del Estero, y otros envían mensajes mafiosos a periodistas independientes sobre persecuciones o venganzas.
Además, pretenden avasallar con la policía, por ejemplo, a los que se animan a distribuir documentos, como les pasó a muchachos colaboradores de José Zavalía. Ocurrió en una calle céntrica, cuando José mandó a entregar a la gente que caminaba por la ciudad copias de la declaración que remitió el Comité Nacional de la UCR.
Claro, como casi nadie le publicó el documento, Zavalía realizó “periodismo en la calle” con la entrega en la mano de la postura de su partido nacional.
Los muchachos radicales se sorprendieron al verse rodeados por los policías en motocicletas (“motoqueros”) que les formularon preguntas y pretendieron arrebatarles los papeles. Rápidamente, teléfono celular de por medio, dieron el alerta a José, quien se apersonó al lugar y calmó los ánimos.
Frente al diputado provincial, los policías se disculparon, pidieron disculpas y aclararon: “Cumplimos órdenes de la superioridad”.
Zavalía, rápido de reflejos, se llevó como testigo a un periodista de un diario de Buenos Aires, que por esas horas le estaba realizando un reportaje en su estudio jurídico.
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