Por Horacio Serafini, corresponsal en Buenos Aires de La Voz del Interior.
De la Sota y la Presidenta tuvieron negociaciones, pero ahora se muestran distanciados. |
José Manuel de la Sota es el único de los tres principales candidatos a gobernador que llega a la elección con ese intríngulis. No definió preferencia por un presidencial de octubre; Luis Juez lo hizo por el socialista Hermes Binner, y el radical Oscar Aguad, por Ricardo Alfonsín.
También porque su relación con el kirchnerismo ha sido, si no errática, por lo menos de idas y vueltas, de acercamiento y distanciamiento. Sobre todo tras la muerte de Néstor Kirchner, con el que hubo, en su momento, un acuerdo político general para la elección de hoy.
Últimamente, De la Sota buscó hacer un difícil equilibrio entre la necesidad de una relación amical con la Rosada, aun contra la carencia de empatía que le prodiga Cristina Fernández, y los vientos opositores julianos que soplaron en las elecciones de Capital y Santa Fe sobre la popa de las aspiraciones peronistas contra la Rosada, de las que él se siente protagonista de primera.
Ausente Néstor Kirchner, el acuerdo primigenio tuvo marchas y contramarchas. Sucintamente, la pretensión kirchnerista de poner de vice a Carolina Scotto, chocó con la negativa de la rectora universitaria, que De la Sota aprovechó para ubicar a Alicia Pregno, de contragusto kirchnerista.
Decisión inconsulta, que la Rosada replicó con la negativa a ocupar lugares expectables en la lista de legisladores provinciales, la abstención de participar de la elección de hoy con candidato propio y la réplica en lo nacional: ignoró la oferta de De la Sota de integrar candidatos en la lista de diputados nacionales del PJ cordobés y conformó la suya propia por el Frente para la Victoria.
De remate, los K le negaron a De la Sota que el PJ lleve a Cristina Fernández-Amado Boudou el 14 de agosto y el 23 de octubre. Un “sapo” que De la Sota debió tragarse después de que con su presencia convalidó la fórmula en el congreso del PJ de Parque Norte.
Subido a la grupa del corcovo opositor por los números de Capital y Santa Fe, y atento a atraerse el “voto del campo” cordobés, De la Sota aprovechó estos días una consabida constatación pública del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández (“el kirchnerismo no participa en la elección de Córdoba”), para intentar marcar distancia, con resultado incierto: primero dijo que el PJ apoya la reelección de Cristina, pero al rato se desdijo: mañana lunes, según los resultados, se tomará una decisión final.
¿Qué hará mañana si hoy gana? La hipótesis más firme es que acordará gobernabilidad con la Rosada: financiamiento, con eje en una solución -una más, de las tantas comprometidas durante la gestión de Juan Schiaretti- del déficit de la Caja de Jubilaciones. A cambio, resignar la lista de candidatos a diputados nacionales del PJ, a fin de despejarle a Cristina las chances para los candidatos del FPV. Decisión que, de manera indirecta, será entendida como apoyo tácito a la reelección de Cristina.
Garantía de gobernabilidad, por lo menos hasta las legislativas de 2015. Esa es la hipótesis más firme, que admiten dirigentes delasotistas. Descartada por altísimo riesgo, queda la posibilidad de que mañana mismo De la Sota se plante opositor desde el PJ, a la pesca de 2015. Una tentación que en días de reveses oficialistas, tienta a más de un peronista o filoperonista; Mauricio Macri, por caso.
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