Por Sergio Sinay.
Los Murdoch, los Fernández (Aníbales, Albertos, Cristinas), los Grondona, los Obama, los Strauss Khan, los Bonafini, Los Schocklender, los Zaffaroni, los Duhalde, los Chávez, los Maradona, los Morales, los Berlusconi, los Blair, los Bush…y siguen las firmas. Todos ellos, y tantos más, consumados artistas en el ejercicio de no hacerse cargo de sus acciones, de no responder por las consecuencias de sus actos. Todos nacen nuevamente cada día, sin pasado, sin memoria. Todos campeones en el juego del Gran Bonete: “¿Yo, señor? No, señor”. ¿Pues entonces quién lo hizo? Vivimos, parece, la era de la irresponsabilidad. Todo es posible, nada es sancionable. A todo se sobrevive. La era del amianto. Personajes que no se consumen en ningún fuego, que resurgen de todos.Quienes sí parecen destinados a perecer, quemados en la hoguera de la indiferencia general, son los anacrónicos, los que hablan de valores (y los practican), los que sostienen sus creencias con conductas, los que no tienen una ética para cada ocasión, sino una moral única y coherente. Si todos los que nombré al principio (más lo que cada quien puede recordar) sobreviven no es por virtudes propias, sino porque la sanción moral brilla por su ausencia en la sociedad.
Los grandes irresponsables continúan reinando gracias a la negligencia, a la indolencia y a la complicidad de los irresponsables anónimos, que son millones, que andan por las calles vestidos de ciudadanos comunes, de padres comunes, de profesionales comunes, de comerciantes y empresarios comunes, de hinchas comunes, de espectadores comunes, de automovilistas comunes, de peatones comunes. Miran para otro lado, se ocupan de sus ombligos y piensan que mejor es no meterse, no sancionar moralmente, no hacer olas. En unas de esas, piensan, un día yo estoy ahí y, quién te dice, hago lo mismo. O acaso ya hacen lo mismo todos los días, en pequeña escala, sin salir en los diarios. Sólo que la suma de pequeñas escalas hace la gran escala y cada sociedad tiene los irresponsables que ella misma crea, promueve, cobija y protege. Que siga el baile.
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