La abogada de una afiliado del Iosep remitió la siguiente carta a Arena Política:
“Queridos santiagueños:
“Les envío esta carta porque sé que si están en la causa solidaria es porque tienen una sensibilidad especial que les permitirá comprender la magnitud de la siguiente historia.
“Manuel Lino Álvarez fue un hombre de 58 años de edad que, como cualquiera de nosotros, contrajo el virus de la Hepatitis C a raíz de haber sido inyectado, aparentemente, con una aguja sin esterilizar.
“Veinte años más tarde se le diagnosticó, en el 2008, un cáncer en el hígado y su equipo médico, el que lo atendía desde hace veinte años en Rosario, le prescribió como único y exclusivo tratamiento la toma diaria de una droga que se encuentra contemplada en el vademecum de nombre comercial Nexavar (Sorafenib).
“La obra social Iosep le denegó la cobertura (el costo mensual aproximado de la droga es de veinte mil pesos) aduciendo que "en el estado en que se encontraba la enfermedad ya no había nada para hacer", lo cual desde ya no es lo que opinaron sus médicos.
“Un dato por haber tomado el medicamento por un mes, su estado de salud mejoró notablemente. Podía viajar ha realizarse controles a otra provincia, y además podía trabajar (el efecto de la droga es impedir el crecimiento agresivo del tumor) y, a partir de la negativa de cobertura (mes de noviembre del 2008), no pudo levantarse más de la cama.
“Tras una verdadera peregrinación de su hija en la obra social, y yo en los tribunales, se logró durante la feria judicial una medida cautelar que le ordenó al Iosep la provisión de la droga durante por lo menos seis meses, hasta tanto sus médicos analizaran la evolución.
“Adviértase que este gasto reportaba casi unos ciento veinte mil pesos a las "arcas de la obra social". El resultado fue la falta de cumplimiento de la orden judicial, pese a que el Iosep fue notificado el 12 de febrero de 2009. (Se sabe que las medidas de este tipo son de cumplimiento inmediato, teniendo en cuenta que son "contra reloj").
“Tras verdaderas peripecias, pedidos y hasta imposiciones mediante visitas diarias al Iosep, la droga se pediría hoy y llegaría tentativamente mañana. Pero don Manuel murió el día domingo.
“¿Será que quienes tienen en sus manos el "negocio de la salud" incorporaron en su cabeza la idea de ser los dueños de vidas humanas? Defienden más "las arcas" de sus "rentables negocios" a costa de sacrificar a muchos Manueles de cuyas muertes ni siquiera nos enteramos.
“Amigos, en medio de ésta vorágine consumista, con un vértigo en la misma vida moderna que a veces ni siquiera nos da tiempo a sentarnos a meditar sobre la diferencia entre lo bueno y lo malo, les pido que ésta historia nos movilice al dolor por la vida del otro, a la piedad por el que sufre, y a una incansable lucha contra quienes pretenden y no pocas veces logran, disponer sobre nuestras vidas, o la de nuestros padres, hijos o amigos. En lo personal, es la primera vez que la sensación de impotencia supera mi esperanza y me paraliza el haber tomado contacto con la muerte tan de cerca. Con una muerte quizás evitable, al menos por ahora, dejando a Dios que obrara a futuro, lo cual es un misterio.
“No necesitamos presenciar la furia de la naturaleza en Tartagal, o los crímenes que se producen día a día en Capital Federal por la delincuencia. Situémonos aquí mismo, en Santiago, y seremos testigos de quienes deciden o adelantan en el tiempo la muerte de sus hermanos. Claro está, "con el respaldo de un sistema y una amplia cobertura legal e impunidad para hacerlo".
“Los saludo en unos días de profunda tristeza para la familia Álvarez y para quien les escribe”.
Natalia (abogada de la familia Álvarez)
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