Por Balban Ortiz
Santiago del Estero siempre es noticia nacional, pero nada bueno nos diferencia del resto de las provincias hermanas.
Todavía resuenan los ecos de la tragedia, la que nombra a esta provincia en todas partes. La red periodística alcanzó las primeras páginas de los diarios del mundo y una vez más escuchamos a los periodistas especializados dudar de las pobres declaraciones de nuestros funcionarios públicos responsables del área de Justicia y Derechos Humanos.
Sin embargo, duelen la treintena de muertos que siguen en la total impunidad. Quienes conocemos las instalaciones edilicias de la cárcel Pública de Santiago del Estero sabemos que no puede albergar a más de 250 encausados, pero cuando ocurrió la masacre con incendio, fusilamientos y otras yerbas, la cantidad de internos duplicaba esa cifra.
De hecho, no hay “casualidad” en esta circunstancia, y los hechos registrados no son más que una crónica anunciada de una “causalidad” manifiesta que se veía venir.
¿Intento de fuga?
Como en el “mundo al revés”, también vimos las pobres explicaciones de los funcionarios de turno por la televisión, ensayando las causales del siniestro. Claro, tiran la piedra y esconden la mano, como para que no se sepa de la incompetencia de los improvisados de siempre, o que queden al olvido las verdaderas razones del hecho trágico. Un vez más y… van…
El ministro Ricardo Daives en el ojo de la tormenta. Esta vez, pretendiendo hacer creer a la población que los presos estaban en “plan de fuga”.
¿Cómo fugarse de cuatro paredes escoltadas por perros y policía armada que custodian la planta baja y en los techos?
Nadie puede escapar, per sé de una cárcel santiagueña, porque materialmente resulta imposible y, menos aun, hacerlo en banda. Salvo, la connivencia, por supuesto.
Otra cuestión muy importante. No se debe olvidar que entre los muertos figuran personas encarceladas por delitos leves, como lesiones o hurto, que son calificativas provisorias y que pudieron ser modificadas de oficio en cualquier estado del proceso.
Mientras aun continúan los ecos de aquel suceso en la Cárcel Pública de Varones -sin culpables-, debido a la incompetencia de los ministros de Justicia, de Gobierno y del Presidente del Superior Tribunal de Justicia, la calle está poblada de los humildes familiares de la treintena de muertos, quienes aun no comprenden la actitud desaprensiva de los funcionarios aludidos. Los familiares de los presos marchan todas las semanas reclamando justicia; claro, nadie los atiende ni se hace cargo de sus dramas. Son los desplazados de los tres poderes públicos y del autodenominado “cuarto poder”; la prensa, que en Santiago se ha posicionado en la categoría de “oficialista” y mira para otro lado cada vez que las pobres madres de los detenidos asesinados caminan por el centro de la ciudad.
Daives, ¿es o se hace? ¿Solo es un ingenuo o un inútil? No puede seguir con la misma cantinela y pretender (o considerar) hacer pasar a los santiagueños somos sonsos. Es más, Daives aspira siempre a subestimar a toda la provincia, al país y hasta al mundo entero.
No debe seguir comportándose de esa manera. Al contrario, tendría que tomar conciencia de que la tragedia y la muerte de 39 presos se han difundido en la primera plana de todos los diarios de mundo, en todos los canales televisivos del planeta y fueron motivo de análisis y fuertes planteamientos por parte de especialistas cuestiones de penitenciarías.
Le guste o no a Daives o sus jefes el gobernador Gerardo Zamora y el jefe de Gabinete, Elías Suárez, el asesinato de los 39 presos ha ocurrido durante su gestión como responsable del área, por lo que hoy, mañana o pasado (quizás cuando ya vuelva al llano) se lo van a reclamar, incriminar y juzgar.
Es imposible que este gobierno (al parecer para amparar a Daives) siga mirando para otro lado frente a tamaña tragedia en la que perdieron la vida tantas personas. Los funcionarios provinciales tendrían que hacer un poco de memoria (sin ser expertos en Sociología) y admitir que en la memoria colectiva de los santiagueños está presente esta masacre, y todos aspiran a saber la verdad de lo que pasó con el incendio, encerramiento y fusilamiento a los presos.
Además, tendrían que tomar nota que en las últimas décadas Santiago del Estero fue conocido en todo el mundo por tres sucesos fundamentales: los hechos del 16 y 17 de diciembre de 1993, el doble crimen de La Dársena y, justamente, por la masacre en la cárcel.
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