Por Roberto Azaretto
Un destacado analista político nacional, cuando Gerardo Zamora triunfó el 27 de febrero del 2005, describía al Santiago del Estero anterior a la intervención federal encabezada por Pablo Lanusse, como una provincia “ante la cual Macondo era Manhattan”.
¿Qué otra cosa se podía decir de una provincia cuya Legislatura estaba integrada en gran parte por gente que hacía de la misma una corte de los milagros? Un grupo donde no faltaban los facinerosos y los adulones serviles que llegaron a proclamar al matrimonio Juárez como “protectores ilustres de la provincia”; una conducta abyecta que no ha sido castigada como corresponde. Por eso ni siquiera llegaba a ser Macondo, el pueblo del “Cien años de Soledad” de García Márquez.
Cuatro años después, a pesar de las esperanzas en un cambio que despertara a la provincia de medio siglo de decadencia y empobrecimiento debidos al juarismo, sinónimo del atraso, de la pobreza, del sometimiento de los pueblos de todos los confines del territorio, hoy seguimos en Macondo.
Los diarios del domingo pasado publicaron sobre lo resuelto por la Convención del radicalismo de la provincia. Es decir nos toman por tontos. ¿Creen que no sabemos que en el Liberal hay un censor?, y que en el otro diario tienen intereses muy concretos que les hacen usufructuar los fondos del presupuesto provincial. ¿Creen que nadie sabe que el radicalismo de la provincia está intervenido y que esto ha sido confirmado por la Cámara Nacional Electoral, por lo que el flamante juez federal, cuya designación ha sido repudiada en todas las publicaciones jurídicas nacionales, por haber sacado un puntaje que lo colocó en el décimo tercer lugar en la lista de concursantes, tendrá que dejar de cajonear el expediente. Aclaro, creo que el juez es una buena persona, pero sus notas lo ubicaron decimotercero, por lo tanto no puede ser un juez legitimo, pues se han violado las leyes para designarlo.
¿Por qué no concurrieron delegados santiagueños a la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical, en Mar del Plata? Porque sabían que no serían admitidos, a raíz de que prefirieron medrar con el gobierno nacional, dejando de lado los principios. Fue un reacomodamiento en el que nadie se sacrificó para sacar a la provincia del atraso y la pobreza, sino que para que la plata vaya en manos de un grupo de vivillos del sector privado en contubernio con el gobierno de la provincia, cuyos integrantes no disimulan y exhiben un tren de vida del que carecían cuando llegaron al poder.
Esto lo sabe el país, por lo menos los grupos dirigenciales más gravitantes de la Nación, que tiene en claro que nada cambió en estos años.
De alguna manera, Zamora ha concretado el sueño de Néstor Kirchner. Por ejemplo, contar con una Legislatura integrada por nulidades y el silenciamiento de una de las dos figuras nacionales de la provincia como es el caso de José Zavalía, que le hace pasar papelones a los diputados oficialistas, aunque no salga en los medios. Por eso Kichner sueña con que la Nación, Clarín, A dos Voces, Morales Solá, o Grondona, Tenembaun o el terceto de tres poderes sean sordos, mudos y ciegos; como la mayor parte del periodismo local.
La pregunta en otras provincias o en Buenos Aires es ¿cómo no hay una reacción? Tan dependiente es el pueblo de las limosnas de una dirigencia que no merece el nombre de tal y es simplemente una oligarquía mucho peor que las oligarquías de otros tiempos. Por lo menos aquellas eran cultas y tenían más estilo.
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