Por Virginia Vulrrich
Lo que está aconteciendo en la Cámara de Diputados de la Nación tiene mucho que ver con la nota editorial del diario La Nación, que se titula “La política del miedo”, en donde se reseñan una serie de hechos que creíamos ya habían sido superados en la Argentina moderna.
Dice la nota: “La historia del autoritarismo y de la baja calidad de nuestra organización colectiva… durante los últimos años los argentinos nos fuimos habituando a la sustitución del diálogo por la fuerza. En 2003, llegó a la Casa Rosada un gobierno muy propenso a utilizar el temor como estrategia de dominación. En un primer momento, esa tendencia fue confundida con un camino aceptable para restaurar la autoridad presidencial. Pero con el paso del tiempo se hizo evidente que constituía una desviación.”
En efecto, se comunicaron con la dirección de Arena Política varios diputados de la Nación para darnos a conocer, a manera de denuncia, que el presidente del cuerpo legislativo, Eduardo Fellner, tiene un tratamiento indigno para quienes conforman el cuerpo de parlamentarios, asumiendo todo tipo de agresiones en contra de sus pares, en especial si no comulgan con el arbitrario proceder del presidente del Partido Justicialista (Néstor Kirchner), quien al fin de cuentas es quien imparte las órdenes dentro del Congreso Nacional.
“No nos quiere atender”, denuncian. “Nunca tiene tiempo para dar respuestas a la cantidad de problemas que acontecen en el recinto”. Y, como si esto fuera poco, se maneja con sus secretarias que a flor de labio y como toda respuesta, incorporaron la palabra No.
Los sucesos insólitos en materia política que diario nos sorprenden, nos muestran a destajo cómo desde las sombras del poder se tejen y destejen tramas siniestras que tienen como protagonistas a detestables personeros que no trepidan en la eliminación de todo lo que consideren oposición.
Parece que se acabó el tiempo del disenso, del contralor respetuoso que el sistema republicano garantiza a los ciudadanos que no forman parte del gobierno. Transitamos por un camino desconocido en la vida política, y “la estrategia del amedrentamiento se vuelve atractiva para quien supone que el otro no es un crítico al que hay que convencer, sino un enemigo al que es preciso aplastar. “
¿Quién es Eduardo Fellner? , nos preguntan, porque saben que no hace mucho arribó a tierras santiagueñas como integrante del equipo de colaboradores que trajo el entonces interventor federal Juan Schiaretti. En efecto, el cuestionado presidente de la Cámara de Diputados de la Nación ocupó por espacio de más de un año, la subsecretaría de Gobierno y después el Ministerio de Gobierno, en el periodo 1993/95. Después volvió a su provincia en San Pedro de Jujuy para convertirse en gobernador y desde allí ser designado con el dedo de Kirchner al cargo de la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación, la que pretende manejar como patrón de estancia.
“Nos cercena los pasajes, los viáticos, los vales de nafta. Mezquina las pensiones no contributivas y sólo está faltando que nos prohíba el uso de la palabra”, dice la extensa nota recibida en nuestra redacción.
Para saber quién es en realidad el señor Fellner, acudimos al sitio oficial de Miguel Brevetta Rodríguez, que se encuentra anexado en este mismo diario y obtuvimos las siguientes notas, entre otras, que acompañamos como títulos de los artículos y los links de enlace para que se pueda apreciar la personalidad de quien preside la Honorable Cámara de Diputados de la Nación:
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