Carlos Kunkel, comandante de la columna 21 de la Organización Montoneros que en los ‘70 actuaba desde el Puente Pueyrredón hasta la ciudad de La Plata. |
El
sábado 18, en el avión de vuelta a Buenos Aires, un hombre de mediana estatura
ingresó y se detuvo nerviosamente frente al asiento del diputado nacional bonaerense
y delegado Coordinador de la intervención del PJ distrito Santiago del Estero,
Carlos Kunkel.
Kunkel,
que fuera integrante de la guerrilla Montonero de los ’70, que tenía alias como
“Mario”, “Paco”, “Zorzal” (por “cantor” y “batidor”) o “Comandante”, se quedó
calladito cuando el “hombrecito” lo insultó de arriba abajo; “lo trató como a
un perro”, según otro pasajero del mismo vuelo que habló con Arena Política.
Hasta le dijo “ladrón”.
Luego
se supo que se trataba de una persona dedicada a las actividades agropecuarias
en Santiago del Estero y que decidió descargó toda su bronca por las políticas
del kirchnerismo contra el campo, en la cara del “Comandante” montonero.
Echado por Perón
Éste
personaje es uno de los ocho diputados nacionales que en enero de 1974 se
opusieron al proyecto de reforma del Código Penal enviado por el presidente
Juan Domingo Perón. El general los convocó a la Quinta de Olivos y los echó con
esta frase: “El que no esté de acuerdo se va”. Terminaron renunciando creyéndose
capaces de confrontar con el líder.
También
es uno de los que Perón repelió de la Plaza de Mayo en la jornada del 1 de mayo
de 1974 en ocasión de los festejos por el Día del Trabajador, cuando el “Viejo”
se burló llamándoles “estúpidos” e “imberbes”.
Reaparecido
en la política nacional con el regreso del kirchnerismo, el “Comandante”
interpreta el papel de bravucón hasta llegar al ridículo de mostrarse más
papista que el Papa.
Cuando
se confiscó en Ezeiza un avión del Pentágono, exigió al presidente de Estados
Unidos, Barack Obma, que “no dimensione el episodio ya que la Argentina sólo
hizo cumplir la ley ante una operación de contrabando que salió mal”. Corajudo, insinuó: “Yo no sé si las drogas las
traían los empleados del Gobierno de los EE.UU. porque son drogadictos o las
traían para dárselas a un amigo de los que ellos tienen acá”.
“Traidor,
hijo de puta”, le dijo en varias oportunidades Carlos Kunkel al diputado
nacional y ex gobernador de Buenos Aires, el ingeniero agrónomo Felipe Sola,
delante de todos los legisladores y en una discusión en la Cámara baja. El
matón kirchnerista trató de este modo a Solá porque se atrevió a decir que en
los años del Gobierno kirchneristaa “no hubo política agropecuaria”.
Ridículo
al máximo, Carlos Miguel Kunkel (a) “Mario”, “Paco”, “Zorzal” o “ Comandante”,
salió a defender al entonces viceministro de Economía, Axel Kicilloff, en el
recinto de la Cámara de Diputados de la Nación, enojado porque el joven
funcionario había sido abucheado cuando regresaba a Buenos Aires desde Uruguay.
El montonero dijo: “Yo hacía una reflexión cuando fue agredido Kicilloff y
decía que los que viajan en clase turista en Buquebús desde Colonia a Buenos
Aires, no son oligarcas. Es el famoso medio pelo del que nos hablaba (Arturo)
Jauretche. Quieren sentirse oligarcas pero no lo son, y son resentidos por eso”.
Otro
grotesco tuvo como víctima al periodista del diario La Nación, Mariano Obarrio,
a quien increpó porque le hizo un reportaje a Néstor Magnetto. “Debes dejar de
defender a tus patrones”, aconsejó, en público, el irascible jefe de “los
montos”.
También
en el Parlamento se enojó con el diputado nacional Fernando Iglesias quien
fundamentaba su oposición al proyecto de ley para reestatizar Aerolíneas
Argentinas. El “Comandante” le interrumpió la exposición a los gritos: “Ponete
la camiseta argentina, Iglesias”.
Lo
más kafkiano del inefable Kunkel fue la propuesta de disolver el Congreso para
habilitar la re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner.
Dos mujeres y un varón
La mano abierta que le tapó toda la cara a Kunkel fue de la diputada Graciela Camaño, “cansada de los insultos” del jefe montonero. |
Claudia,
la hija de Juan Ignacio Rucci, es una de las dos mujeres convertidas en piedras
en los zapatos del “Comandante”, cada vez que exige el esclarecimiento
definitivo del crimen de su padre, el sindicalista José Ignacio Rucci,
asesinado a tiros por los Montoneros.
“Lo
que no entiendo de usted -tantos años después- es esta obsesión por seguir
encubriendo, por ocultar la realidad. A usted, como a tantos otros, les falta
coraje, diputado Kunkel. Coraje para ser sinceros, enfrentarse a la sociedad y
decir: Perdón argentinos, nos equivocamos!”, es lo que expone Claudia Rucci
para fundamentar sus sospechas de que el “Comandante” mucho sabe de la muerte
de su padre.
Bueno,
la segunda mujer es la doctora Graciela Camaño, diputada nacional por la
provincia de Buenos Aires y esposa del sindicalista gastronómico Luis
Barrionuevo. Kunkel, como nunca enfrenta cara a cara a Barrionuevo, acostumbraba
a chicanear y tratar sin respeto a Graciela, sobre todo en las reuniones de las
comisiones legislativas “acusándola”, a viva voz, como “la esposa de alguien”.
La
fastidió tanto el grandote montonero que la mujer se levantó de su silla y lo
encaró. No alcanzó a completar la frase de “la esposa de alguien” porque
Graciela le estampó un furibundo cachetazo que le hizo saltar la colorada de la
boca.
Ah,
y este santiagueño que fue el hombre que se animó a encararlo en el avión. Se
trataría de un productor agropecuario que el sábado pasado, delante de todo el
pasaje del avión de Santiago hacia el aeropuerto Metropolitano, lo trató de
ladrón, sinvergüenza, etc., y el “Comandante” se quedó calladito, pusilánime y
cobarde, demostrando que no sabe defender su honor si no tiene barras de
aplaudidores detrás.
Algunos datitos
Kunkel fue quien más gritó en contra del homenaje a Jorge Mario Bergoglio cuando lo eligieron Papa, pero no tuvo vergüenza y viajó al Vaticano a saludarlo. |
La
literatura seria de la década del ’70 explica que a Kunkel también se lo
llamaba el “Zorzal”, graficando que “buchoneó” o “cantó” para obtener su
libertad en la provincia del Chaco.
Una
de las tantas acciones terroristas en el país en la década del ’70 fue el copamiento al destacamento policial de
Colonia Aborigen, Machagai, Chaco, el 15 de abril de 1974, con el saldo de un
suboficial de la policía herido, el cabo primero M. Acuña, y la detención
inicial del guerrillero Carlos Kunkel y el sacerdote Jaime Zorokde.
Después
de una reunión de Zabala Rodríguez (JP-Montonero) con el ministro de Gobierno
del Chaco, Florencio Tenev, se logró la liberación de Kunkel y la detención de
más de 100 personas comprometidas, nombradas por el “Zorzal”, como moneda de cambio. Posteriormente, el juez
liberó 82 personas quedando 18 detenidos e implicados en el suceso.
Kunkel,
por otra parte, fue expulsado del movimiento peronista en 1974 por “traidor,
contumaz, estafador de los votos de Perón, desleal al justicialismo y
antipopular”.
Preso
y culpado de actos terroristas, fue beneficiado por la Ley del Punto Final
durante el gobierno de Raúl Alfonsín en 1984.
Ahora,
como legislador nacional y junto a otros colegas que formaron parte de la
guerrilla Montoneros y otras, aprobaron en la Cámara baja, en noviembre pasado, una ley
que otorga una pensión graciable de $6.000 a “víctimas de detenciones ilegales
por razones de carácter política o sindical”, hasta 1983.
Entre
los beneficiarios se encuentran el secretario Legal y Técnico Carlos Zannini,
el diputado del FpV Carlos Kunkel y el legislador porteño del FpV Dante Gullo,
entre otros.