Por Alejandro Borensztein,
en Clarín de Buenos Aires.
Antes
que nada, quiero recordarle amigo lector, que desde esta misma página
anticipamos que aún no era el momento de elegir al Pelotudo del Año, que no
había que apurarse ni quedarse con el primero que apareciera, que esto recién
empezaba, que faltaba mucho y que iban a surgir Pelotudos mucho más Pelotudos
que los que habían aflorado al principio de la pandemia.
Dicho
y hecho. Ahora aparecieron Alejandro Vanoli, director de la Anses, y Miguel
Pesce, presidente del Banco Central. Según los medios, en el Gobierno también
responsabilizan a Sergio Palazzo, capo del sindicato de los bancarios, no sólo
por la crisis del viernes sino también por el descalabro que significó el
cierre de los bancos durante la cuarentena. No lo sé. Ante la duda, los tres a
la final.
Si
la idea era enfermar abuelos, el trabajo coordinado que hicieron estos genios
fue impecable. Bravo. Desde acá les deseamos mucha suerte en el certamen y
ojalá alguno de ellos tenga la fortuna de llevarse la estatuilla. Aclaración
para los lectores morbosos: por ahora no está previsto la entrega del Pelotudo
de Oro.
Sin
salirnos del rubro, corresponde también agradecer, en nombre de todo el pueblo
argentino, a las tarjetas de crédito y a sus respectivos bancos. Acaban de
anunciar públicamente que, dada la gravedad de la situación, los clientes que
abonen una parte del resumen de sus tarjetas y necesiten financiar el saldo ya
no deberán pagar una tasa del 55% de interés, como hasta hace unos días. Sólo
les cobrarán el 49%. Vaya nuestro sincero agradecimiento para todas estas
empresas. De corazón. No las vamos a olvidar. Argentina unida.
Más
allá de todo esto, afortunadamente esa extraña armonía política que se había
logrado semanas atrás parece haberse terminado. La tan ponderada foto
superadora de la grieta con Tío Alberto rodeado por Kicillof, Larreta, Morales
y Perotti quedó atrás. Está bien. Era una foto muy escandinava.
Gracias
a Dios, Tío Alberto volvió a levantar el dedito, trató de miserable al
empresariado, amagó con apropiarse de las empresas de medicina prepaga y de las
obras sociales y así rápidamente hemos vuelto a nuestra vieja y querida grieta.
Eso es bueno básicamente porque así todo es más divertido y el encierro se hace
más llevadero.
Sin
embargo, también digamos que sería recomendable que controlemos los ánimos y
tratemos de mantener la grieta dentro de cierta normalidad.
Dado
que nos enfrentamos a una situación absolutamente inédita, deberíamos ser más
tolerantes con nuestros dirigentes en general y con el Presidente en
particular. Pongámonos por un momento en los zapatos de Tío Alberto.
Tener contento al Gran
Hugo
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Las dos grandes
consignas de este tiempo deberían ser “quedate en casa” y “por un Moyano
feliz”.
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El
tipo se va a dormir a la 1 de la mañana y a las 6 ya está otra vez sentado en
su despacho, mirando las tres carpetas que cada mañana le deja el pibe Cafiero
sobre el escritorio. Una dice “Último Reporte de Infectados”, la otra dice
“Último Reporte de Necesidades Médicas” y la tercera dice “Últimas
declaraciones de Ginés García”.
Tío
Alberto se agarra la cabeza, toma aire, piensa “arranquemos por lo más grave” y
se pone a hojear la carpeta con las últimas declaraciones de Ginés. Así empieza
el día.
Recién
después de eso tiene que ocuparse de ver cómo organiza todo este quilombo. Por
eso, antes de putearlo pensemos bien y seamos piadosos.
Mucha
gente se indignó por los elogios del Presidente a Moyano y la definición de que
el Huguito era un dirigente ejemplar. Calma. Entendamos que el Presidente está
cuidando el empate. No es un buen momento para que se nos enoje el
Compañero
Acoplado.
Hoy
más que nunca hay que tenerlo contento al Gran Hugo (y acá nos ponemos todos de
pie). Si Moyano se enoja, en dos días nos quedamos sin comida, sin plata en los
cajeros, sin nafta en los surtidores y en una semana nos tapa la basura. No
jodamos. A este muchacho hay que mimarlo mucho y si hace falta nos organizamos
entre todos, le hacemos las compras en el súper y se las llevamos a la casa.
Hugo,
¿que querés hoy? ¿Sopresatta y cantimpalo? Vamos a buscar sopresatta y
cantimpalo. Hugo querido, ¿hoy queres mostacholes con estofado? Sale
mostacholes con estofado. Ah, ¿hoy quiere verdes de la huerta con tomatitos
orgánicos? Llamemos a la vegana. Lo importante es que Moyano no se chive. Nos
guste o no, este es el modelo que nos dejó la inolvidable década ganada y no es
momento para debatirlo.
Es
más, ya que el Presidente lo definió como un dirigente ejemplar y hace tiempo
que se habla de reemplazar los animalitos de los billetes por personalidades
notables, esta es la oportunidad de asegurarnos la provisión de todo lo que
necesitamos.
El
próximo billete de 10.000 mangos (con esta emisión monetaria creo que me quedo
corto) sale con la cara de Hugo Moyano, el de 5.000 con la cara de su hijo
Pablo, el de 1.000 con la de Facundo y el de 500 con la cara del Huguito
Junior, el boga. A falta de otros Moyanos sindicalistas o políticos, el billete
de 100 lo hacemos con la cara de Bebote, el jefe de la barra brava de
Independiente, y todos contentos.
Subir y no bajar sueldos
a funcionarios
Por
otra parte, también hay que parar con los cacerolazos que reclaman que los
políticos se bajen los sueldos. No exageremos caceroleando por cualquier
pavada. Entiendo que es una medida simbólica, pero no nos conviene. En el fondo
puede ser contraproducente. Veamos.
Pensemos,
por ejemplo, en Fernando Espinoza, intendente del pujante partido de La
Matanza. El tipo ejerció el cargo durante 10 años, entre 2005 y 2015, luego lo
sucedió su polla Verónica Magario entre 2015 y 2019, y ahora
volvió ser electo Espinoza y gobernará hasta el año 2023. O sea que entre ambos
ya se aseguraron 18 años ininterrumpidos ejerciendo el poder de la intendencia
más grande del conurbano.
Seamos
sinceros. Si cobrando el sueldo entero, Espinoza hizo este desastre en La
Matanza, imaginémonos lo que va a ser si encima se lo rebajamos. Es más, yo le
aumentaría el sueldo a ver si lo motivamos y por lo menos mejora un poco.
Tal
vez tengamos que hacer como se hace con los jugadores de fútbol que tienen un
contrato base y después cobran premios. Por ejemplo, por cada 10.000 habitantes
a los que Espinoza les lleva agua potable y cloacas, le agregamos diez lucas al
sueldo. Y si encima les hace el pavimento y les lleva la red de gas, le
duplicamos el premio.
Ahora
que pienso, esto lo deberíamos haber hecho desde el primer día. Si lo
hubiéramos incentivado a Espinoza un poco más, tal vez todo hubiera sido
diferente. No te digo que La Matanza sería Massachusetts pero tampoco sería la
catástrofe humanitaria que es ahora y no tendría que enfrentar la pandemia con
unas canillas que largan un chorrito de agua para 200 personas y miles de casas
de cartón y chapa donde se hacinan millones a la espera del coronavirus.
Siempre
tuvimos sospechas sobre el talento de estos dirigentes, pero una pandemia como
esta ayuda a confirmarlas.
Por
último, nobleza obliga, aplauso medalla y beso para C5N que repudió
públicamente al periodista que salió a decir, en esa misma pantalla, que el
coronavirus lo inventaron en Israel y EE.UU., con el financiamiento de Bill
Gates y varios judíos millonarios. Un tal Tomás Méndez. ¿Ve amigo lector? No
hay que apurarse en cerrar el concurso del Pelotudo del Año. Ahí tenemos otro
que pasa directo a la final.
Igual
resulta extraño que C5N haya dicho textualmente que “no existe en nuestro
espacio lugar para expresiones antisemitas…” y dos minutos después arrancó el
mismo programa conducido por el mismo antisemita al que acababan de repudiar.
No digo mucho, pero evidentemente un poquito de lugar todavía les queda.
Así estamos. Codo a codo,
pero alertas. Que el Coronavirus no nos tape el autoritarismo.