El doctor José Antonio “Chiqui”
Azar, cuando actuó como abogado del líder justicialista Carlos Arturo Juárez, a quien rinde homenaje
en esta nota.
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El
mes de julio a despecho del mes del cumpleaños de la Madre de Ciudades, aparece
en mi caja de imborrables e imperecederos recuerdos tres episodios que llevo
como un despojo caliente y como marca indeleble en mi espíritu: los
fallecimientos de Juan Domingo Perón (01/07/1974), de mi padre José Antonio
Azar (01/07/1983) y de Carlos Arturo Juárez (03/07/2010).
Anochecía
en Santiago del Estero en un día frío del mes de julio, cuando recibí por vía
telefónica en mi domicilio la noticia infausta y fatídica: Juárez había
fallecido en el sanatorio San Francisco donde estaba internado. Se estremeció
mi carne y mi espíritu. Siempre nos resistimos a analizar la posibilidad de su
muerte y ahora me resistía a aceptar la veracidad de la cruel realidad.
Al
arribar al sanatorio San Francisco, y al
penetrar en su ámbito, tuve ya la semblanza difusa por cierto y la sensación de
irremediable orfandad circulando por todo el edificio. No había resignación.
Estaba presente una actitud de sumisa entrega impotente, al designio del
destino. Se había escapado toda energía activa, se había escabullido toda
voluntad de lucha. Los congregados compañeros atribulados, deambulaban por las
habitaciones congestionadas, como perdidos en los pasadizos de la propia
perdición del centro de salud.
Jamás
olvidaré la impresión de desahucio de esa larga noche, porque la llevo colgada
como un despojo caliente en el más recóndito pliegue de mi alma. Al penetrar en
la habitación y acercarme vacilante al lecho donde yacía Juárez, certifique con
mis ojos la verdad absurda y pavorosa. Al contemplar la lividez del formidable líder
y conductor yerto, pensé en las palabras de San Pablo.
Solamente
pudo ser vencido por su último e invencible enemigo y mi memoria comenzó a
hundirse en la evocación de su gesta perdurable en la provincia al haber sido
elegido por la voluntad popular cinco veces gobernador de Santiago del Estero, diputado
nacional y tres veces senador de la Nación (solo equiparable a Joaquin V. González)
por el voto mayoritario del pueblo.
La ausencia rectora del
líder
Foto memorable con Carlos Juárez escoltado por el presidente Juan Domingo Perón y “Evita”, en un acto en la escuela Normal de nuestra capital. |
A
su lado, inmóvil frente a su inmovilidad eterna, mezclé la congoja con el
enjundioso recuerdo de los días triunfales cuando asumí como abogado defensor en
causa penal una ofensiva judicial nunca vista en los anales de la justicia
Federal y Ordinaria, promovida por una intervención Federal en el año 2004.
Cuando
desaparece un prohombre, nace necesariamente una leyenda para ayudar a
enfrentar la vida sin su guía. Un hombre se iba definitivamente para tornar más
perentoria su presencia, para volverse más indispensable. Quizá para acercarse
más, desde la evocación permanente y desgarrada, a quienes más lo preocuparon,
en la larga travesía de sus ásperas jornadas reparadoras, advirtiendo en ese
momento, nuestra supina impotencia de reemplazo y la más tortuosa evidencia que
nadie podría disimular su desmesurada ausencia rectora.
Chesterton
decía “La cultura consiste en que los muertos estén vivos”.
A
continuación transcribo el discurso póstumo preparado para despedir al doctor
Carlos Arturo Juárez en el cementerio Parque de la Paz: “Vengo a despedir a mi
maestro y amigo. Una honda tristeza se anida en mi corazón y tengo los ojos
enrojecidos por las lágrimas que he derramado por usted. Pero siento al mismo
tiempo una resignación, producto quizá de haberme mimetizado en su señera
figura y personalidad, de la cual aprendí que el mayor tesoro del hombre es
tener honor, lealtad, dignidad y respeto hacia todas las personas. Esos
atributos en el hombre los he aprendido de memoria y usted me los ha
demostrado.
Los perfiles que se
deben destacar
Carlos Arturo Juárez y
su esposa “Nina” Aragonés, conductores del pueblo justicialista de Santiago del
Estero, en un momento de triunfo electoral.
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Seguramente,
en el futuro, no habrá historiador santiagueño de prestigio que se permita no
escribir la biografía del Dr. Carlos Arturo Juárez; por tanto las referencias
que formularé a continuación, no serán más que una brevísima síntesis de su
prestigiosa actuación pública, sin par en nuestra provincia.
Antes
de continuar me detendré brevemente para afirmar, que no puedo permitirme dejar
de poner de resalto que quien me honrara permitiéndome que lo represente en
esta causa en que se defiende su honor, todo lo que obtuvo en su vida fue en
base a sacrificio: estudio, trabajo, y demás dotes personales, lo que es de
público y notorio, y cuyo reconocimiento fue puesto de manifiesto por el pueblo
santiagueño en innúmeras elecciones, en que mayoritariamente le dieron su voto
para que gobierne.
Todos
sus contemporáneos lo recuerdan como un talentoso y destacado estudiante, en el
foro local como un exitoso abogado y hoy en las más altas esferas de nuestro
país, especialmente en el Congreso de la Nación, como un jurista de nota, al
cual sus compañeros de banca permanentemente consultaron y recurrieron para que
exponga su pensamiento en los debates más trascendentes.
Escritor
pulcro y visionario. A quien desconozca esta faceta de su personalidad lo
invito a recorrer las páginas de su obra “Hora Crucial en la Argentina” (Peña
Lillo editor), en donde se luce haciendo gala de un gran conocimiento de la
situación política, y muy especialmente del lenguaje hispano.
Figura
excluyente de la historia política provincial. Destacado hombre de la
democracia. Todos los cargos públicos que ocupó, fueron durante períodos de
gobiernos constitucionales.-
Cinco
veces asumió la Gobernación de la provincia mediante el voto popular, en
elecciones que jamás fueron objetadas; prueba de que el pueblo santiagueño lo
reconoce como un gran estadista, y excelente administrador.
Tres
veces fue electo senador de la Nación, ocupando en cada período la presidencia
de la comisión de Asuntos Constitucionales (la más importante), sólo igualado
en tan alto honor, por el extinto gran maestro de Derecho Constitucional
Joaquín V. González.
Asimismo,
otras tantas veces diputado de la Nación. Siempre con una descollante
actuación, en que lució su dignísima trayectoria y talento excepcional,
exhibiendo su vasta cultura y haciendo gala de una brillante capacidad
oratoria; todo ello reconocido hasta por sus circunstanciales adversarios
políticos.
Cabe
destacar, la presencia de las altas autoridades nacionales que desde distintos
puntos del país llegaron a nuestra provincia para acompañarlo en su cuarta
asunción a la Gobernación de nuestro Santiago del Estero, como testimonio de un
público reconocimiento a la alta consideración en que se lo tiene.
Todo
ello sin desmerecer otras actividades políticas y profesionales que desarrolló,
y que todos los santiagueños conocemos.
Fue
y será un político con una trayectoria excepcionalísima en el seno del movimiento
nacional Justicialista. Fundador del partido Justicialista, ejerció la
presidencia en varias oportunidades en nuestro distrito, y por si esto fuera
poco la presidencia de su Congreso Nacional, como así también otros importantes
cargos partidarios nacionales y provinciales.
Por
último, sólo me resta decirle las palabras del poeta que: “Todo sucederá. Podrá
la muerte cubrirme con su fúnebre crespón. Pero jamás podrá apagarse en mí la
llama de tu amor. No son muertos los que en la dulce calma la paz disfrutan del
sepulcro frío, muertos son los que tienen muerta el alma y viven todavía. La
vida no es la vida que vivimos, la vida es el honor, es el recuerdo. Por eso
existen en este mundo, hombres muertos que están vivos y hombres vivos que
están muertos”.
¡Hasta siempre Carlos
Arturo Juárez…!*A solicitud de Arena Política, el doctor “Chiqui” Azar recordó a su amigo y conductor, este sábado 13 de septiembre, en el cumpleaños de Mercedes Marina Aragonés; esposa y compañera de la militancia política de Carlos Juárez.
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