Caminos de los pueblos ribereños del río Salado totalmente inundados e intransitables, con los campesinos incomunicados por completo. |
Después de tamaño papelón, a un año, y cuando todo el mundo sabe que el río Salado crece en febrero, por lo visto nada se hizo. No realizaron control, supervisión y custodio a favor de los habitantes ribereños que tienen sus casitas en los departamentos por los que transita el río desde que ingresa de Salta y se va hacia Santa Fe. En ese sentido, la incompetencia de Zamora y de sus funcionarios del área no tiene parangón.
Hoy, en este “Santiago que sigue creciendo” (según el eslogan de este gobierno), vale la pena agregar que también crecen las inundaciones, el cáncer por el glifosajo (soja) y, en fin, todo crece.
Es que estos funcionarios, queda confirmado, no tienen idea de su trabajo en la función pública. Ni se acordaron (ensimismados en sus vacaciones) de que había que poner todos los esfuerzos, antes de fin de año, para evitar que las crecidas ataquen a los pobres campesinos del Norte, el Centro y el Sur de la provincia. Ni decidieron poner en raya a los “empresarios” a los que Recursos Hídricos los convirtió en “nuevos ricos” gracias a que se les otorgaron (y se les otorga) obras tendientes a evitar el desmadre del caudal, pero que no terminan o directamente no realizan los trabajos; pese a que cobran sumas siderales.
Aislados
Por estas horas, y, reiteramos, como “Santiago sigue creciendo”, también está creciendo el aislamiento de nuestras comunidades campesinas.
Veamos. El Arenal, San Juan, La Fortuna, San Antonio, Rincón Grande, El Palomar, San Félix, Bajo Hondo, Bajo Alegre, Monte Flor, Isca Yacu, entre tantos otros parajes, son comunidades afectadas por el agua.
Esa agua que antes “quedaba en el monte", pero ahora, gracias a los finqueros (soja) y a la complicidad del gobierno de Zamora, con sus desmontes, afecta a los pobres campesinos.
Nadie se hace problema entre los funcionarios. Total… ni el gobernador ni la caterva de ineptos que lo rodean, viven entre esos desposeídos comprovincianos. Ni los empresarios residen en la zona afectada. Sólo viven los campesinos; esos que votaron a Zamora y a sus colaboradores.
No se hacen obras, aunque se las cobre. Los funcionarios no tienen un plan. Ni una hoja tienen de lo que hay que emprender para salvar a los ribereños que sufren año a año el impacto de las inundaciones. En ello consiste el “modelo” de Zamora y de su ministro de la Producción, Luis Gelid. De este modo, sin un programa serio (que en seis años de gestión no pudieron ni esbozarlo), hablan a boca llena (en los medios adictos, por supuesto) del “desarrollo provincial”.
Bueno sería que desciendan de los aviones y se mezclen entre los inundados, a fin de que los campesinos les digan en la cara que lo único que hacen desde la Casa de Gobierno son excelentes negocios para otros y nunca para los santiagueños. (Hablamos de los terratenientes foráneos que coparon la provincia).
La gente, en cambio, sigue excluida y pobre, con total desesperanza.
Las fotos que publica Arena Política son elocuentes. ¿Qué puede pasar si entre los humildes inundados se registrara un enfermo grave, por estos días, con el bañado hasta el cuello? Se va a morir antes de llegar a un centro médico, porque qué ambulancia podría pasar por esos “caminos” convertidos en ríos caudalosos.
Bueno sería que Zamora, cuando regrese de sus vacaciones, tome el toro por las astas y haga saltar de sus sillones a los burócratas que designó en áreas del Agua y de Recursos Hídricos, y mande presos a los “empresarios” que cobraron millones de pesos y no realizaron las obras de contención a las crecidas.
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